El G7 crea los cascos azules de la Cultura

Un terrorista del Estado Islámico destroza una estatua en el museo de Nínive
Un terrorista del Estado Islámico destroza una estatua en el museo de Nínive AFP

Los países que forman el G7 (Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Japón) se han comprometido por primera vez en la historia a colaborar para proteger el patrimonio cultural situado en zonas de conflicto con un cuerpo dedicado a ello en exclusiva. Son los llamados “cascos azules de la cultura”, un componente que dependerá del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y tendrá como objetivo salvaguardar los bienes culturales en guerras.

Este equipo, del que no se dieron más detalles —ni cuántas personas lo compondrán ni quién lo financiará— se parecerá a la iniciativa que lanzó Italia hace un año, la Operación Unite4Heritage (Unidos por el patrimonio), una fuerza especial formada por 60 profesionales, tanto militares como civiles, nacida de un acuerdo con la Unesco para proteger el patrimonio artístico en situaciones de conflictos civiles o desastres naturales. Aunque todavía deja muchos interrogantes, esta nueva fuerza fue la principal novedad de la reunión que ha sido bautizada como “G7 de la Cultura” y celebrada en Florencia, la ciudad del arte por excelencia. Contó con los ministros de los siete países, además del comisario europeo de la Cultura, Tibor Navracsis, y la directora general de la UNESCO, Irina Bokova, y de ella ha salido la “Declaración de Florencia”, un texto que condena la destrucción del patrimonio cultural y pide “a la comunidad internacional un mayor esfuerzo en contrastar el tráfico ilegal de bienes culturales”.

Todos los firmantes ensalzaron el poder de la cultura como instrumento de paz, capaz de “facilitar el diálogo y el intercambio cultural entre todas las naciones, fomentar la tolerancia, el entendimiento mutuo, el reconocimiento y el respeto a la diversidad”, y subrayaron la capacidad de vincular el pasado, el presente y el futuro de la humanidad para “preservar la identidad y la memoria de los pueblos”. Incluyeron también otros aspectos, como el papel de los bienes culturales como “una herramienta para el crecimiento y el desarrollo sostenible de la sociedad, en términos de prosperidad económica” con un sinfín de oportunidades en la era digital.

Este equipo se parecerá a la iniciativa italiana Operación Unite4Heritage, una fuerza especial formada por 60 militares y civiles nacida de un acuerdo con la Unesco

Dentro de la Sala Blanca del Palacio Pitti, los siete países considerados más poderosos del mundo identificaron las principales amenazas a las que urge hacer frente. “Expresamos nuestra profunda preocupación por el aumento de los riesgos —que surgen no solo de los ataques terroristas, los conflictos armados y los desastres naturales, sino también por los ataques, saqueos y otros crímenes cometidos a escala global— por el patrimonio y las instituciones y activos que representan la cultura, tales como museos, monumentos, sitios arqueológicos, archivos y bibliotecas”, afirmaron los signatarios del texto. Las consecuencias son devastadores, puesto que “estas acciones borran un patrimonio insustituible, suprimen la identidad de las comunidades y eliminan todos los rastros del pasado, la diversidad y el pluralismo religioso”.

La solución, concluyeron, requiere que la comunidad internacional salvaguarde los sitios arqueológicos, monumentos, obras de arte, libros y archivos de las zonas bélicas y utilice todos los instrumentos internacionales existentes. Por eso llamaron a las Naciones Unidas, especialmente a la UNESCO, y a otras organizaciones, “a fortalecer, dentro de sus respectivos mandatos, sus actividades para la protección del patrimonio cultural”.  Un equipo dedicado a ello no será suficiente. Cada uno de los Estados debería “actuar y aumentar sus esfuerzos para la protección y conservación del patrimonio cultural, incluido el patrimonio de las minorías religiosas y étnicas, e identificar y compartir las mejores prácticas para combatir todas las formas de actividad ilegal en este ámbito de aplicación, incluidas las prácticas relativas a la protección de los activos en riesgo en las zonas de conflicto”. El beneficio será compartido, puesto que las acciones servirán, sostuvieron, para “contrarrestar el extremismo violento y la radicalización”.

Son necesarias “medidas firmes y eficaces para luchar contra el saqueo y el tráfico de bienes culturales” y todo ello se valorará el próximo mes de mayo en la reunión del G7, cuando, de nuevo en Italia —en la siciliana Taormina— los ministros de la Cultura estudiarán los avances de este acuerdo.

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