Los 141.000 maravedíes que «perdió» Cervantes en Vélez Málaga y lo llevaron a la cárcel de Sevilla

La reunión de directores del Instituto Cervantes en Málaga rescata el pasado cervantino de la provincia en el episodio de «Las fantásticas cuentas de Vélez»

Estatua de Cervantes en Vélez Málaga.
Estatua de Cervantes en Vélez Málaga.
FRANCIS MÁRMOL, Málaga 

El director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, recordó este lunes en Málaga la fuerte ligazón de Miguel de Cervantes con el territorio donde se está produciendo la reunión anual de los directores de sus 57 sedes internacionales. Bonet calificó a la provincia de «cervantina» por el pasado de recaudador de impuestos de Miguel de Cervantes en la provincia y por unos hechos controvertidos que si bien no fueron detallados por éste, colocan incluso su paso por ella en el origen de la escritura de El Quijote.

El caso es que Miguel de Cervantes (Alcalá de Henares, 1547-Madrid, 1616) acabó entre rejas en la Cárcel Real de Sevilla a principios de octubre de 1597 por la desaparición de 141.000 maravedíes que se supone recaudó en Vélez Málaga pero nunca pudo entregar a la Corona. Por aquella supuesta ‘malversación de caudales públicos’ fue castigado con medio año de privación de libertad cuando era el responsable del cobro de varios atrasos de tercios y alcabalas para Felipe II. El episodio es conocido por ‘Las fantásticas cuentas de Vélez’ y corroboran que el alcalaino no era bueno con los números.

El autor de ‘El Quijote’ se enfrentó de esta manera a otro episodio de privación de libertad tras sus casi mortales cinco años y medio en Argel, donde fue apresado por piratas de regreso de Lepanto, donde para más inri había sufrido la inutilización de su brazo izquierdo por fuego enemigo.
Cervantes, antes de aquel nuevo contratiempo de Vélez Málaga, era un ex convicto que atravesaba por problemas económicos. Es entonces cuando su amigo, Agustín de Cetina, contador Real, le busca una misión recaudatoria como las que anteriormente ya había llevado a cabo en la provincia de Sevilla como cobrador de impuestos en la Carrera de las Indias. En este caso, Cervantes acepta el cobro de atrasos reales en el reino de Granada.

En toda su operación ha de pasar por varios municipios de la provincia de Málaga, con la vara alta de la Justicia Real, para hacerse con un total de 2,5 millones de maravedíes de la época. Una pequeña fortuna para la que encuentra también un avalista, Francisco Suárez Gasco.

Es el 26 de agosto de 1594 cuando sale de Madrid para cumplir con este encargo en cincuenta días, a ocho leguas por jornada. Deberá ir a cobrar a Granada, Loja y Alhama, Guadix, Baza, Motril, Salobreña y Almuñécar. En Málaga tendrá que reclamar deudas en Ronda y Vélez Málaga, a la postre su perdición en esta empresa.

Cervantes acepta el encargo pese a lo incordioso de la misión. En ningún pueblo le esperará una fiesta al llegar cuando además cada día que no cobre lo debido, el deudor corre a cargo de su salario de 550 maravedíes por jornada. A Vélez llegará, según cálculos aproximados, a finales de septiembre de 1954, para cobrar un total de 277.040 maravedíes. En carta al Rey del 8 de octubre de aquel año, ya avisa, elocuentemente, de que en este pueblo «está la tierra apretada», por lo que decide ir a cobrar otros pagos en tanto luego realizará una segunda vuelta para hacer efectiva la suma.

Sobre mediados de este mes, recibe del recaudador de alcabalas local, Francisco López de Vitoria, una letra de 130.000 maravedíes que días después girará en Málaga. Corría el 21 de noviembre de 1594. Éste le haría parte del pago del total con una letra a cobrar en Sevilla de manos del mercader flamenco, Juan Leclerque. Del resto del abono de la deuda de Vélez nunca se supo. 141.000 maravedíes que algunos estudiosos de las cuentas reales acreditan que cobró en metálico y nunca aportó y otros que defienden que no las recibió. Lo que sí está más que claro es que nunca supo acreditar su cobro.

Con este descabalgue ya de antemano del total de la misión granadina, Cervantes también se encuentra con que parte de lo cobrado lo ha puesto en manos de un banquero sevillano de origen portugués llamado Simón Freire de Lima que quiebra y que le deja otro descuadre de 251.000 maravedíes. Este montante ordenó recuperarlo Felipe II con un embargo el 7 de agosto de 1595. Si bien a Cervantes le seguía faltando la casi mitad de lo de Vélez, esos 141.000 dichosos maravedíes.

Para rellenar ese descubierto, y tras un tiempo de idas y venidas, sofocones propios de la quiebra de Freire, logra dinero de allegados, familia y amigos, que dejan su deuda en una cifra cercana a los 80.000. Pues bien, sin el apoyo de su avalista primero Suárez Gasco, y con la inmisericorde reclamación real de esta cantidad, su caso llega a colocarle frente al cruel Gaspar de Vallejo, juez de la Audiencia de Grados de Sevilla que le exige una fianza de nada menos que 2,5 millones para salir de su aprieto. Sin dinero, ni apoyos para conseguir esta suma, el más insigne autor de las letras castellanas se ve abocado a la privación de libertad. De nuevo. Iba a empezar a imaginar el mítico libro.

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