Era la noche del 9 de Noviembre de 1938 cuando la cervecería Bürgerbräu Keller de Múnich estaba a rebosar de militantes nazis porque era el aniversario del Putsch, el golpe de estado frustrado de Hitler en 1923.
La Kristallacht, la “Noche de los Cristales Rotos”.
(Juan Ramón Ortega Aguilera, 10 de julio de 2016)
En esos momentos la cabeza diabólica que estaba al frente del Ministerio de Propaganda alemán, Joseph Goebbels, dio un enérgico discurso antisemita que inició lo que se llegó a llamar “La solución final”, el principio del holocausto, haciendo que toda Alemania y Austria sufrieran 48 horas de la más denigrante purga de sus propios ciudadanos. Más de 30.000 judíos fueron detenidos y encarcelados en campos de concentración, 1.574 sinagogas ardieron, 7.000 establecimientos fueron destruidos por completo, las aseguradoras fueron avisadas de que ningún judío cobraría los desperfectos porque serían confiscados los importes monetarios, y lo peor es que más de cien personas murieron a golpes mientras que familias enteras se suicidaban antes de que la SA, anterior a la SS y las camisas pardas saciaban su sed racial.
A todo estos debemos recordar la pasividad de al policía, los bomberos y los alemanes a fines al régimen, que por aquel entonces era un porcentaje altísimo por no decir todos, que jaleaban y aplaudían al ejército nazi en su persecución y humillación a los judíos alemanes.
El nombre de Noche de los Cristales Rotos viene por los cristales de los comercios que fueron saqueados y esparcidos por el suelo, y que muchos judíos fueron obligados a pisar bien descalzos o con un calzado poco apropiado, que a fin de cuentas es lo mismo.
En aquel tiempo esta acción pareció ser espontánea y liderada por el pueblo que harto de los judíos y su conspiración contra el pueblo alemán decidió acabar con tan molestos ciudadanos.
Y es que unos 17.000 judíos fueron llevados ante la frontera polaca para ser expulsados de Alemania cumpliendo unas leyes antisemitas aprobadas tiempo antes por el gabinete nazi, el problema es que Polonia se negó a recibirlos y quedaron en tierra de nadie sufriendo las inclemencias del tiempo y el abandono de los dos países sin ser atendidos de forma alimentaria y sanitaria.
Lo interesante es que según los médicos que atendieron al funcionario nazi expusieron que las heridas eran graves pero su vida no corría peligro, pero eso no le era factible a Hitler pues en su mente retorcida que seguro que estuvo alentada por su ministro de propaganda, Goebbels, idearon que la muerte de vom Rath (imagen dcha) como mártir sería más útil para la causa y a París llegó la orden de su abandono médico terminando el diplomático con sus carnes en el Hades. Lo lamentable es que Grynszpan dio pie al Holocausto sin saberlo.
Ya quedan pocos testigos presenciales de tal barbarie, pero tenemos archivos fotográficos y de vídeo que podríamos visualizar para ver hasta dónde está dispuesto a llegar el hombre: