La Pileta, un santuario de arte prehistórico que sigue en manos de la familia de su descubridor
NURIA TRIGUERO | @NuriaTriguero (20 agosto 2016)
La Pileta es un excepcional yacimiento de arte rupestre.La Pileta es un excepcional yacimiento de arte rupestre
Los Bullón llevan cuatro generaciones velando la gruta: la salvaron de la guerra, batallaron contra su expropiación y hoy siguen haciendo de guías
«No permitas que nada dañe la cueva. Sus pinturas son un tesoro que no tiene precio». A José Bullón, descubridor la Cueva de la Pileta, se le quedaron las palabras de Henri Breuil –el pionero del estudio del arte rupestre– grabadas a fuego. Aquel campesino de Benaoján transmitió a sus herederos la pasión con la que él exploró y protegió la gruta que descubrió por casualidad un día de 1905, cuando buscaba guano para abonar sus tierras. Son cuatro generaciones ya las que han recibido en herencia las llaves de uno de los principales yacimientos de arte paleolítico de toda Europa. A día de hoy los bisnietos y tataranietos de José son los dueños de la cueva, y ellos mismos enseñan el monumento a los visitantes.
Los Bullón se consideran los guardianes de La Pileta, que también es su modo de vida. José Tomás Bullón, representante de la cuarta generación, cuenta que en la Guerra Civil su bisabuelo con sus hijos pasaron allí varios días atrincherado con sus escopetas para evitar que los soldados republicanos montaran un polvorín. «Mi tío abuelo murió de una pulmonía que cogió de dormir con tanta humedad», asegura. La familia también defendió con uñas y dientes su propiedad frente al intento de expropiación de la Junta, que logró evitar tras un pleito.
Cuando José Bullón bajó por primera vez a la sima siguiendo a los murciélagos halló huesos, piezas de cerámica, pinturas de animales y signos abstractos. La llamó la Cueva de los Letreros y no fue hasta unos cuantos años más tarde, a raíz de que un militar retirado inglés, Willoughby Verner, la visitó y escribió un artículo sobre sus «misteriosos símbolos» en un periódico de Londres, cuando La Pileta empezó a situarse en el mapa del arte prehistórico. El ya mencionado abate Breuil pidió a Verner que le llevara a aquel lugar. Su expedición sirvió para confirmar que los más de mil motivos que atesoran sus paredes eran de la era paleolítica y neolítica.
Cuando se marcharon, aquellos investigadores pidieron al agricultor malagueño que velara por el tesoro que había descubierto. Él les prometió que lo haría. «Es increíble cómo mi bisabuelo entendió el valor de lo que allí había», reflexiona José Tomás Bullón. Hasta tal punto llegaba su obsesión, añade, que en su casa abrió un ventanuco justo en un lugar que le permitía vigilar la entrada a La Pileta. Antes de morir, cumplió su sueño de comprar las tierras que cultivaba hasta entonces en arrendamiento, que circundan la cueva.
Hay quien piensa que un monumento del valor de La Pileta no debería estar en manos privadas. Los Bullón aseguran que es «un ejemplo de conservación» y que nunca han puesto en riesgo las pinturas por una explotación turística excesiva (las visitas son en grupos de 25 personas). Sí reconocen que hay «cosas mejorables» en cuanto a accesibilidad, ya que no reciben ayudas públicas y sus recursos dan para arreglar barandillas «y poco más».
Respecto a la investigación científica, afirman que siempre ha puesto facilidades «siempre que sean estudios serios». «Quedan muchas preguntas por contestar. Tenemos una propuesta de un grupo internacional que tiene fondos del gobierno británico. Creen que algunos motivos pueden tener 40.000 o 42.000 años, lo que significaría que estamos ante unas de las pinturas más antiguas de Europa», afirma José Tomás Bullón.