Un nuevo enclave fenicio descubierto en la Bahía de Cádiz. El Cerro del Castillo, en Chiclana de la Frontera.
Las investigaciones arqueológicas que tuve la suerte de realizar, junto a mi compañera arqueóloga Paloma Bueno Serrano, desde 2006 hasta principios de 2010 en Chiclana de la Frontera (Cádiz), consiguieron recabar datos de gran interés para dotar de contenido periodos históricos tan importantes como la prehistoria reciente, historia antigua y época medieval, que suponían hasta ahora, grandes vacíos en el pasado de la localidad. El importante hallazgo de un asentamiento fenicio en Chiclana supone retrotraer los orígenes de la ciudad más de dos mil años. e incluirla entre las ciudades trimilenarias de la bahía de Cádiz.
El descubrimiento tuvo lugar durante el desarrollo de un Proyecto de Actuación Arqueológica Preventiva aprobado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz para controlar la presencia de posibles restos arqueológicos en un solar situado en el casco antiguo de Chiclana. En el lugar se esperaba encontrar parte de lo que fue el primer cementerio relacionado con las primeras iglesias construidas en la ciudad( San Martín siglo XV y San Juan Bautista siglo XVII), así como los retos de la torre fortificada mandada construir por Alonso de Guzmán el Bueno en 1303. El espacio a intervenir se ubicaba, entre las calles Castillo, Ánimas, y Santísima Trinidad, formando parte de una ladera y cima de un cerro. Ocupando un espacio de 4000 m2 aproximadamente. Los trabajos arqueológicos permitieron sacar a luz parte de un asentamiento fortificado de época fenicia que podemos datar entorno al siglo VIII a.C. Los restos adscribibles a esa a esta época aparecieron en la parte más alta del solar, a medio metro de profundidad de la cota de la calle. Detectándose que el lugar estuvo habitado desde la Prehistoria Reciente, al menos desde el Bronce Final, ya que bajo los restos que datamos en el siglo VIII a.C., aparecieron niveles de ocupación anterior.
Los elementos constructivos que se hallaron en una primera fase de las excavaciones fueron los siguientes:
1.- Una potente muralla de casernas formada por dos lienzos de muros paralelos, el exterior de mayor anchura que el interior, unidos cada cierto tramo por una serie de pequeños muros transversales o tirantes que sirven para dar mayor consistencia aún a la muralla. De ella se han exhumados unos 40 metros lineales aproximadamente, conservando 3,70 m de anchura y entre 40-50 cm. de altura. El muro exterior tiene una anchura de 1,80 m. Y el interior de 1 m; los muritos transversales miden 80 x 80 cm. Ésta se construye directamente sobre el nivel geológico con grandes mampuestos trabados con arcilla que hace las veces de mortero. La primera hilada del muro exterior esta formada por piedras de grandes proporciones, son ciclópeas y la obra en conjunto nos habla de la cantidad de trabajo invertido y la fuerza física gastada en la construcción de la misma. Son piedras que proceden de la costa y que fueron trasladadas en barcazas y carros hasta la cima del cerro. Se trata de una construcción que sigue un esquema oriental, similar a las ciudades orientales como Beersheva, Jericó, etc., y las peninsulares de Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa María, Cádiz) Málaga, La Fonteta (Alicante), Tejada la Vieja (Escacena del Campo, Huelva). Esta fortificación rodea todas las estancias halladas, lo que indica que el yacimiento se extendía desde la muralla excavada, por la cima del cerro y posiblemente por la ladera próxima a río Iro. Las características estratégicas del asentamiento son incuestionables, más aún si tenemos en cuenta la orografía del lugar.Desde la muralla en dirección Sur existiría una fuerte pendiente que evitaría el acceso a cualquier enemigo sin ser visto. La edificación de la muralla sufrió varias reformas a lo,largo del tiempo, esto se aprecia en la utilización de otro tipo de aparejo y en que las piedras son de otra naturaleza.
2.- Hacia el recinto interior de la muralla se localizaron una serie de espacios rectangulares pertenecientes a viviendas y recintos domésticos de mediano tamaño que en ocasiones se adosan a esta. Los muros están fabricados con pequeños mampuestos irregulares trabados con arcilla. Sobre las hiladas de dichos mampuestos se colocan a veces bloques de adobe de gran tamaño.
Los pavimentos de estas habitaciones se conservan en gran medida. La mayoría están formados con nódulos de barro y cal, formando algo parecido al opus púnico, aunque también se fabrican con arcilla roja, y otras con pequeños cantos rodados. Sobre los suelos aparecieron manchas de adobe de diferentes colores (rojo, amarillo, verdosos) y restos de cal, que se interpretaron como restos de las paredes deshechas sobre los mismos.Por comparación con otros yacimientos conocemos que los techos se construían con materiales perecederos, es decir, con materia vegetal, como ramas, juncos, eneas, etc. Los muros de las viviendas al igual que ocurre con la muralla se introducen por debajo de las calles contiguas. Algunos de estos muros conservan hasta casi un metro de altura y se observan habitaciones incluso con sus pavimentos en los perfiles de la excavación. Dentro de los recintos habitacionales se detectaron restos de lo que fue un horno de pan o tortas de trigo, consistente en una estructura abovedada de arcilla de aproximadamente un metro de diámetro, según un modelo usual en oriente, junto a un gran recipiente del tipo pithoi especie de tinaja que quizás contenía agua, decorado con motivos orientales nos hacen pensar en un recinto dedicado a la elaboración de este tipo de este tipo de productos. Próximo al a otro recinto cuadrangular situado entre muros de mampostería que conserva algunas piedras quemadas y en el centro de una pira formada por piedras quemadas junto a carbones y cenizas, localizamos lo que hemos interpretado como un horno para asar carnes y pescado, junto al que aparecen otras dos tinajas de menor tamaño, que pudieron contener aceite y otros elementos para condimentar. Pensamos que se trataba de una zona de usos comunes para la fabricación de alimentos.
Entre los objetos recuperados en el interior de las viviendas tenemos gran cantidad de fragmentos cerámicos que nos permiten conocer como eran los utensilios y las vajillas utilizadas.Atendiendo a la manera según han sido fabricados los recipientes cerámicos pueden ser clasificados en dos: a mano y con hornos de cocción reductora y a torno con hornos de cocción oxidante.Los fabricados a mano se adscriben culturalmente a las comunidades del Bronce Final que habitaban estas tierras a la llegada de los fenicios, llamados Tartesios, se trata de recipientes más toscos y rudimentarios. Entre ellos podemos citar:
A.- Formas abiertas: cuencos en forma de esféricos: borde simple, borde engrosado al interior y borde exvasado; cuencos carenados con borde exvasado al exterior o cazuelas, que aparecen en ocasiones bruñidos tanto el interior como en el exterior y a veces con decoración de retícula bruñida, soportes; soportes: forma frecuente en los poblados del Bronce Final.
B.- Formas cerradas: Ollas: Con decoración impresa; Orzas: Grandes contenedores de tipo tinaja. Las paredes del recipiente aparecen normalmente sin tratar presentando un aspecto tosco. Normalmente se usaban para contener líquidos.
Entre las cerámicas fabricadas a torno, es decir, según la tecnología utilizada por los fenicios, y que aprendieron las poblaciones autóctonas, tenemos:
A.- Formas abiertas: De engobe rojo: Platos, páteras, cuencos hemiesféricos, cuencos-trípode y lucernas: de uno y dos picos. Pintada a bandas: Cuencos con superficies cubiertas por engobe brillante de color ocre y a la altura del borde una decoración a bandas rojas y negra. Cerámica gris con superficies bruñidas y decoración bruñida que imita la cerámica autóctona, cuencos carenados, cuencos hemiesféricos.
B.- Formas cerradas: De engobe rojo: Oinocoes de boca de seta y trilobuladas, jarritas.Pintadas:Urnas de Cruz del Negro, Pithos, ánforas. Ánforas de saco o R1.
Los restos constructivos hallados permiten hablar de un concepto de la construcción y del urbanismo muy avanzado para la época de la que hablamos. Las técnicas empleadas, la racionalización y ordenación del espacio, así como la clara funcionalidad de alguno de los elementos (canalizaciones) nos hablan de la existencia de una ciudad en toda regla.
Este asentamiento de época fenicia se encuentra en un lugar claramente estratégico y sigue fielmente los patrones de asentamiento fenicio: junto a la costa, en las proximidades de un río y sobre un promontorio.
De todo lo excavado se desprende que el poblado se extendía por la ladera noreste del cerro, orientado hacia el río Iro, ya que se ha escavado el límite del mismo, sin hallar restos del sentamiento más allá de la muralla. De la antigüedad del poblamiento en Chiclana nos habla el mismo hidrónimo, Iro, de raíz indoeuropea y cuyo significado es “el río”. La importancia que el río tuvo que tener como vía de comunicación hacia el interior, hasta las proximidades de Medina Sidonia, está más que probada.
Mucho ha debido de cambiar el paisaje que vieron los fenicios, pues las transformaciones paisajisticas y medioambientales en esta zona han sido importantes.Una línea de costa diferente a la que vemos hoy, situada más al interior y una gran bahía en la que desembocaría el río, no muy lejos de donde se sitúa el cerro del Castillo, hoy cegada por los aportes de este río y ocupada por marismas, esteros y caños.
El hecho de que justo en la desembocadura del río se sitúe el templo de Melkart es una razón más para imaginar que los fenicios siguieron su curso hasta llegar al cerro del Castillo e incluso más allá. U río como el Iro que debió tener un amplio cauce permitió a las naves tartesias, fenicias y romanas navegar hacia el interior y varar sus naves en algún junto a dicho río.
Siglos después se asentaron en él los romanos. Fue entonces cuando se rellenó la gran pendiente natural del cerro con gran cantidad de restos cerámicos, sobre todo, ánforas, hasta crear una suave ladera. En el lugar se estableció un alfar, del que hasta el momento se ha excavado un horno de pequeñas proporciones, utilizado para fabricar tapaderas o recipientes pequeños. Posteriormente en época medieval el mismo lugar fue habitado durante siglos XII, XIII, XIV d.C.
Prueba de ello es la existencia de unos grandes silos que fueron utilizados para guardar grano, además de algunas piezas de molino y de gran cantidad de recipientes cerámicos. En 1303, la Corona concedió a Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, el señorío de Chiclana, que fue protegido desde entonces con un castillo, construido en este mismo cerro. Los cimientos de la torre deban encontrarse en la cima, bajo el Colegio El Castillo, o en sus inmediaciones y asentado sobre la ciudad fenicia.
Para finalizar, cabe señalar que el último uso que se dio al lugar fue el de campo santo, desde que en el siglo XV se construyera en las proximidades la iglesia de San Martín, que fue donada a la cofradía del mismo nombre cuya función era asistencial, poseyendo un hospital junto a dicha iglesia.
Para un estudio más amplio podéis consultar en internet la Revista de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla nº 17 de 2008 “Un nuevo enclave fenicio descubierto en la bahía de Cádiz: El cerro del Castillo, Chiclana”. Por Juan Antonio Cerpa Niño