Aniversario. El día en que murió Juan de Mesa.

El fallecimiento a los 44 años del escultor cordobés ha dado pie a hipótesis sobre la causa

El Cristo de la Buena Muerte que hoy venera la cofradía de los Estudiantes
El Cristo de la Buena Muerte que hoy venera la cofradía de los Estudiantes – JUAN FLORES
LUIS MIRANDA. Córdoba 

«Enfermo de cuerpo y sano de voluntad», se declaraba Juan de Mesa y Velasco el 26 de noviembre de 1627, hace ahora 389 años. Era su testamento y no se equivocaba al dictarlo, puesto que no conoció el día siguiente. Murió «a las once de la noche, poco más o menos», según dijeron después los testigos. El extraño silencio que cayó luego sobre la vida y obra del escultor cordobés, durante más de dos siglos en que sus imágenes se atribuían a Martínez Montañés, es conocido, y aunque se ha remediado en las últimas décadas, todavía falta mucho por conocerse.

Algo que será difícil es conocer la causa de su muerte, con 44 años y en plena madurez creativa. En aquellos años la esperanza de vida era de 42, pero no eran pocos los artistas y escritores que, al poder llevar una vida algo mejor que el resto, alcanzaban la ancianidad. Montañés, su maestro, vivió 61 años, Francisco Pachecho llegó a los 80 y Luis de Góngora, que murió en Córdoba sólo unos meses antes que Juan de Mesa, 66.

Una casa con humedad

El profesor José Hernández Díaz, que realizó el primer gran estudio sobre Juan de Mesa, aventuró que podía haber padecido tuberculosis. No hay datos médicos que lo prueben, pero sí se fija en un dato: entre 1618 y 1624, su trabajo es intenso y febril. Luego sobreviene una época con menos obras (¿por mala salud?), para después retornar al trabajo y recaer hasta morir. Sería un proceso normal en esta dolencia. Así se recoge también la gran monografía que sobre el escultor publicó la editorial Tartessos. Así, entre 1618 y 1623 tiene documentadas casi cincuentaobras. Desde entonces hasta 1627 no llegarían a veinte.

 

Eloy Domínguez Rodiño publicó hace tres décadas un texto llamado «Aspecto humano de Juan de Mesa», aporta más datos. El escultor vivía en una calle llamada Pasaderas de la Europa, junto a la actual Alameda de Hércules. «Uno de los lugares más insalubres de Sevilla», concluye, ya que el Guadalquivir pasaba entonces por esta zona de la ciudad. Y la humedad es enemiga de los tuberculosos. Un dato serviría para reforzarlo: el 23 de junio de 1627 sus cuñados, Ana de Flores y Antonio de Santa Cruz, le traspasaron dos casas en la collación de San Miguel, por la actual plaza del Duque. Un lugar más seco, que podría aliviar para su enfermedad. El escultor, que murió cinco meses después, no llegaría a mudarse.

Su trabajo intenso y febril es característico de todos los artistas tuberculosos

Según los profesores Hernández Díaz y Muro Orejón, el afán creador es «típico del artista tuberculoso de todos los tiempos», que lucha contra la enfermedad entragado a su pasión. La lista es interminable: Gustavo Adolfo Bécquer(34 años), Frederic Chopin (muerto con 39) y Edgar Allan Poe (40) son ejemplos. El profesor Ángel Aroca hablaba de su serie de Crucificados, una iconografía exigente que Juan de Mesa acometió pronto y muchas veces, «como si intuyera que no iba a tener mucho tiempo».

Placa en recuerdo de Juan de Mesa en la iglesia de San Martín
Placa en recuerdo de Juan de Mesa en la iglesia de San Martín– ABC

Estuvo trabajando hasta última hora, lo que se prueba por las obras que dejó en su taller. La principal, el conjunto de las Angustias de Córdoba, «a la cual no le faltan tres días de trabajo», según el testamento, pero también un Crucificado. Su firma, temblorosa pero la misma que había rubricado sus grandes contratos, quedó al pie de aquel testamento en el que declaraba heredera universal a su esposa, María de Flores, «pese a que no tuvieron hijos», destacan los historiadores. El día 27 se enterró su cuerpo en la iglesia de San Martín y con él muchas preguntas que han tardado siglos en responderse.

 

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