Documento del Mes – Archivo Histórico Provincial de Sevilla (mayo 2010). El “Nacimiento de la Virgen” de Bartolomé Esteban Murillo – Francisco Fernández López Asesor Técnico de Conservación e Investigación Archivo Histórico Provincial de Sevilla
Código de referencia: ES 41003 AHPSE 1.2.1. Protocolos Notariales, 3702
Título: Carta de pago de Bartolomé E. Murillo por la realización del cuadro del Nacimiento de la Virgen
Fechas: 1661, enero, 15. Sevilla
Nivel de descripción: unidad documental simple
Extensión y soporte de la unidad de descripción: Papel: 1 hoja tamaño folio prolongado.
Nombre del productor: Gerónimo de Guevara, escribano público
Reglas o convenciones: ISAD (G)
Nacimiento de la Virgen de Murillo (I):
Nacimiento de la Virgen de Murillo (II):
Nacimiento de la Virgen de Murillo (III):
El tercer sábado de 1661, Bartolomé Esteban Murillo se dirigió a la escribanía de Jerónimo de Guevara para asistir a una cita con los albaceas testamentarios del capitán Gonzalo Núñez de Sepúlveda. Éstos les habían encargado el año anterior la “hechura” de un cuadro de la Natividad de Nuestra Señora para la capilla de la Concepción Grande de la Catedral de Sevilla. El calendario marcaba 15 de enero, había llegado el momento de cobrar y Murillo estampó su firma en la carta de pago a cambio de los 2600 reales de plata convenidos por la realización del cuadro. Esa noche, la primera luna llena del año parecía anunciar que la obra que las generaciones futuras conocerían como “El Nacimiento de la Virgen” llegaría a ser considerada como una de las obras maestras del pintor.
El maestro Murillo presentó la escena inspirándose, como ya había hecho en ocasiones anteriores, en la vida cotidiana, pero había algo novedoso en la obra: un sorprendente estudio de la luz no común en la pintura española de la época, más propio de la escuela flamenca y holandesa. Seguramente el maestro había tenido conocimiento de estos modelos holandeses a través de la presencia de algunos de ellos en instituciones religiosas o en colecciones privadas sevillanas, quizás en la de sus amigos mercaderes y fervientes coleccionistas Josua Van Belle o Nicolás Omazur.
UN CUADRO PARA LA CAPILLA DE LA CONCEPCIÓN GRANDE
Años antes, en 1655, el capitán Gonzalo Núñez de Sepúlveda era sepultado en la cripta de la Capilla de la Concepción Grande que el Cabildo Catedral le había concedido en contraprestación por la dotación de la Octava de la Inmaculada. En reconocimiento a esta distinción, su viuda y albaceas, se encargaron del conveniente aderezo de la capilla. Así patrocinaron un nuevo retablo, vidrieras, reja, orfebrería, etc. Pero en una capilla consagrada a la Inmaculada Concepción no podía faltar la historia de su nacimiento y, en 1660, encargaron Bartolomé Murillo un cuadro de la Natividad de la Virgen. La escena fue representada por Murillo en un alargado lienzo que fue colocado en el lateral de la capilla, sobre la entrada de su sacristía. Torre Farfán nos lo ubica y describe:“Tiene esta insigne capilla, al uno de sus costados, para sacristía una milagrosa pintura de la Natividad purísima de la Virgen, donde gastaron sus mejores tintas los pinceles doctos de nuestro Bartolomé Murillo”.
El óleo del Nacimiento de la Virgen permaneció en su lugar hasta 1802, fecha en la pasó al trasaltar mayor de la Catedral tras un proceso de restauración. Desafortunadamente, en 1810, durante la invasión napoleónica el Cabildo catedralicio se vio obligado a entregárselo al Mariscal Soult.
UNA VÍCTIMA DE LA CODICIA DEL MARISCAL SOULT
El expolio del Nacimiento de la Virgen encierra una curiosa historia que fue ya recogida en la literatura del siglo XIX. El cuadro, que se encontraba en la Catedral sevillana, fue entregado por el Cabildo al Mariscal Soult en 1810 en prevención de un mayor expolio. El Conde de Toreno, que en ese momento se encontraba en Cádiz, nos lo refiere pormenorizadamente: “Han creído algunos que el cabildo de Sevilla hiciera un presente con aquel cuadro al mariscal Soult, mas se han equivocado, a no ser que diesen ese nombre á un don forzoso. Habían los capitulares ocultado dicho cuadro, recelosos de que se lo arrebatasen, precaución que fue en su daño porque, sabedor el mariscal francés de lo sucedido, mandó reponerle en su sitio y en seguida dio a entender sin disfraz por medio de su mayordomo al tesorero de la iglesia, Don Juan de Pradas, que le quería para sí con otros que especificó y que si se los negaban mandaría á buscarlos. Conferenció el cabildo y resolvió dar de grado lo que de otro modo hubiera tenido que entregar por fuerza”
Velázquez y Sánchez, que escribe en 1864, presenta la entrega forzosa como fruto de una estratagema: deseando el Mariscal Soult que le regalasen el Nacimiento de la Virgen, un canónigo afrancesado, perteneciente al Cabildo, le propuso para conseguirlo que pidiese el San Antonio, obra también de Murillo que se encuentra en la Catedral, para el Museo de París. Al serle negado, el Cabildo encomendó al canónigo que le disuadiera y éste propuso que se le entregara en compensación el Nacimiento. Velázquez y Sánchez apostilla la maniobra con el consejo de Maquiavelo: “pide mucho si hay dificultades para concederte algo”.
Actualmente se encuentra en el Museo del Louvre, cedido por los herederos de Soult al Estado francés en pago de una deuda en 1852.