Reseña de “Hernán Cortés. Mitos y leyendas del conquistador de Nueva España”, por MANUEL PECELLÍN (20 de enero de 2018)
MANUEL PECELLÍN (20 de enero de 2018)
Aunque natural de Carmona, Esteban Mira reside en Extremadura desde 1994, ejerciendo como profesor de secundaria. Doctor en Historia, se ha dedicado especialmente al estudio de las relaciones entre España y América durante el siglo XVI. Autor de una larga veintena de libros y numerosos artículos, ha colaborado también en importantes obras colectivas, como el Diccionario biográfico español (donde suscribe un centenar de entradas) o la nueva Historia Militar de España.
A la gigantesca figura de Hernán Cortés le ha dedicado un buen número de estudios, esforzándose por limpiarla de las incontables inexactitudes con que la leyenda negra y apologética o legitimadora (cuando no puramente hagiográfica) han desfigurado, en un sentido u otro, la persona y obras del de Medellín. Así procuró hacerlo en Hernán Cortés: el fin de una leyenda (Badajoz, 2010), obra de la que ésta podría considerarse algo más que una reedición corregida y aumentada. Es así, según aclara el propio autor en los preliminares, porque ha corregidos errores en la primera deslizados, a la vez que aporta nuevas noticias acordes con la bibliografía más actual (se renueva constantemente) y, sobre todo, los manuscritos inéditos que el autor ha podido localizar entre 2010 y 2016.
Muy crítico con las versiones tradicionales de la Conquista (mucho más próximo a la de Bartolomé de las Casas), Mira se esfuerza por separar el mito de la ficción, situando a Hernán Cortés y sus huestes (escasas, frente a un imperio tan gigantesco como el de los Aztecas) en el contexto histórico, procurando deshacer el cúmulo de tergiversaciones, antitéticas en no pocos casos, que sobre los conquistadores de la Nueva España han venido acumulándose. Aunque no oculta tantas cosas rechazables como se pueden atribuir a los guerreros españoles que llegan al Nuevo Mundo, con recursos bélicos desconocidos para los indígenas y motivados sobre todo por intereses crematísticos, reconoce que “la conquista del imperio mexica fue excepcional en el sentido que un puñado de hombres en muy poco tiempo ocupó un amplio territorio· (pág. 7), si bien se lo deba interpretar como otro capítulo de la imposición de los más fuertes sobre el más débiles, con desastrosas consecuencias para los segundos.
Aquella hazaña hubiese sido imposible de no estar gestada por un hombre de tan recias cualidades. Entre las que más destacan en Hernán Cortés, algunas de forma excepcional, contaron su resistencia infatigable para todas las labores y extraordinarias dotes diplomáticas, dialécticas y oratorias. Con notable cultura humanística adquirida en Salamanca (si bien no se demuestre que estudiase en la Universidad), generoso para los suyos, no fue el eximio estratega tantas veces dicho, pero sí un lúcido analista sociopolítico y “un mago en el arte de la palabra y el engaño” (pág. 197). Alguien que podía mostrarse ferozmente cruel, al mismo tiempo que derrochó habilidad y sutileza para atraerse a fuerzas enemigas; fidelizar a su persona numerosas voluntades, porque Cortés “siempre sumaba, nunca restaba: esa fue una de sus mayores virtudes “ (pág. 204).
Hijo de pequeños hidalgos, aunque presumiese de entroncar con familias nobles (los Monroy y Altamarino), sobre la biografía del conquistador extremeño perviven grandes lagunas, por ejemplo en torno a su estancia en Medellín (apenas mencionó nunca la tierra natal) o los años últimos (1540-1547).
Gran encomendero, empresario (del azúcar, algodón, ganadería, trata de esclavos negros e indios), mujeriego impenitente, tras sufrir un “juicio de residencia” que él consideraba cicatero, moriría riquísimo en Castilleja (pese a su voluntad de morir y ser enterrado en México), pasaría sus años últimos con la conciencia de que no lo trataban según los méritos que creía poseer.
Esteban Mira Caballos, Hernán Cortés. Mitos y leyendas del conquistador de Nueva España. Trujillo, Palacio de los Barrantes-Cervantes, 2017.