Hespérides, mujeres y miedo
Rogelio González, Alicante 13 de marzo de 2018
http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/alicante/2018/03/13/5aa6b22422601d78018b4625.html
EL HISTÓRICO 8 de marzo lo viví en Sevilla. Las calles a rebosar por la convocatoria de las organizaciones feministas, sindicales y políticas me recibieron y me impactó ver la ilusión de muchísimas jóvenes que parecían contagiarse la felicidad unas a otras por ver semejante movilización y por vencer a ese miedo que la sociedad machista, la tradición y muchas creencias religiosas han empleado para dominar a la mujer en todos los continentes.
Y precisamente de miedo se habló en Sevilla durante tres días a propósito del Congreso sobre la memoria democrática y su didáctica que la asociación andaluza Hespérides de profesores e investigadores de Geografía e Historia. Un cita magnífica en la que expertos universitarios como Josefina Cuesta, Enrique Díez, José Antonio Pérez Pérez o Leandro Rey expusieron las políticas de la memoria de las últimas décadas, su repercusión en los libros de textos que utilizamos en los centros educativos y el plus de dificultad que supone esta necesaria explicación histórica en el contexto terrorista del País Vasco.
«Nuestros estudiantes saben más del nazismo que del franquismo», sentenciaba Enrique Díez con un frase que además de ser cierta requeriría una explicación como sociedad, también desde el patriotismo que algunos esgrimen para otros temas. Y es que la manida equidistancia sobre lo sucedido y el recelo a protestas de otros profesores y familiares hacen que aún se proteja a nuestros queridos adolescentes de una parte de nuestra historia tan dura como necesaria de conocer. Es lo que se denomina Síndrome de Vichy, la selección de un relato que no mine nuestra autoestima y evite los episodios más desagradables, maquillándolos si fuera necesario, como hicieron los franceses tras la II Guerra Mundial cuando exaltaron la resistencia antinazi frente al colaboracionismo de parte de su sociedad.
Ese miedo y esa autocensura son el que han derrotado las cientos de miles de mujeres que salieron el 8 de marzo a las calles de muchas ciudades españolas. Ellas han conseguido que algunos de los que criticaron el movimiento de las mujeres, que hablaban incluso de huelgas a la japonesa queriendo tildar de vagas a quienes alzaban la voz, ahora luzcan lazos morados.