LAS DIEZ CLAVES PARA CONOCER EL YACIMIENTO FENICIO DEL CERRO DEL VILLAR
- Los orígenes de Málaga están en esta antigua isla de la desembocadura del Gualdalhorce, que está empezando a revelar sus secretos. Y entre ellos, un ‘tsunami’ y sucesivas inundaciones que provocaron su abandono
La última excavación se realizó hace tres lustros. Desde entonces no se ha movido una piedra en el Cerro del Villar, que ha vuelto a despertar el interés tras un reciente estudio con georradar que ha confirmado que este asentamiento es la ciudad fenicia mejor conservada de Occidente. Casas, calles y comercios se encuentran intactos bajo varias capas de tierra y sedimentos que han permitido mantener esta antigua isla que guarda los orígenes de la ciudad de Málaga. Unos secretos que el Ayuntamiento de Málaga quiere sacar a la luz con su proyecto de convertir este yacimiento en un parque arqueológico que haga compatible las excavaciones y su estudio con las visitas y su divulgación. La comunidad científica, las autoridades y la atención pública han vuelto la mirada hacia este olvidado punto de la geografía y la historia de Málaga. Estas son sus claves.
En su expansión por el Mediterráneo, los fenicios llegaron a la costa malagueña y se establecieron en la desembocadura del Guadalhorce porque se trataba de un lugar estratégico para el comercio marítimo. Además su situación era privilegiada para establecer contactos con el valle y el interior, que también proporcionaba materias primas para los procesos de transformación industrial que se llevaron a cabo en el Cerro del Villar. Una de las incógnitas que están por aclarar y que pueden dar respuesta en las próximas excavaciones es el origen del que partieron los habitantes que se establecieron en este punto que fue uno de los centros coloniales fenicios más importantes del litoral andaluz.
El asentamiento del Cerro del Villar es anterior a la creación de Málaga y se cree que fue la ciudad de la que procedían los propios fundadores de la capital. Según las últimas investigaciones de la catedrática de Arqueología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y directora de las excavaciones desde finales de los años 80 a 2003, María Eugenia Aubet, el origen del Cerro del Villar «es más antiguo de lo que pensábamos ya que se fundó a finales del siglo IX a. C.» y estuvo habitado hasta el siglo VI a. C.
En una isla en la desembocadura del Guadalhorce. Concretamente en su margen derecha, donde en época fenicia, este delta tuvo una superficie de entre ocho y diez hectáreas formando un delta a modo de barra fluvial ovalada y rodeado de cauces y marismas. En la actualidad, la desembocadura del río ha cambiado por completo desde el punto de vista geológico tras siglos de sedimentos. Lo que hace 29 siglos era una isla ahora aparece unida al continente y con nuevas fronteras. Así, limita a un lado con el distrito urbano de Guadalmar y al otro con uno de los ramales del río Guadalhorce.
En los años 60. Concretamente, fue identificado en 1965 por el arqueólogo malagueño Juan Manuel Muñoz Gambero después de que localizara una trozo de cerámica fenicia. En los años 1966-67 se realizaron sondeos estratigráficos a cargo del arqueólogo Antonio Arribas, aunque las excavaciones arqueológicas más relevantes comenzaron en 1987 bajo la dirección de la catedrática María Eugenia Aubet. «Al principio nos dijeron que todo estaba destruido», recuerda la arqueóloga que no tardó en comprobar que aquellas informaciones no eran ciertas, ya que las diferentes campañas que se realizaron hasta el 2003 descubrieron una ciudad fenicia de grandes proporciones y con una gran actividad comercial e industrial. El Cerro del Villar fue protegido como Bien de Interés Cultural (BIC) en 1998.
Porque desconocemos su nombre original. Cerro del Villar es la denominación que recibe actualmente esta zona de la desembocadura del Guadalhorce y que ha dado nombre al yacimiento. Pero la definición que usaban los fenicios para llamar a la antigua isla sigue siendo una incógnita. Ese es uno de los enigmas que pueden aclarar las excavaciones futuras que tienen entres sus retos sacar a la luz algún tipo de inscripción que permita descubrir la denominación con la que se conoció esta colonia en el mundo fenicio.
Por las inundaciones. La isla no solo se encontraba en el punto que convergencia del río Guadalhorce y el Mediterráneo, sino que su cota máxima sobre el nivel del mar no superaba los dos metros, por lo que estuvo muy expuesta a fenómenos naturales del mar. Incluso un tsunami destruyó el Cerro del Villar hacía el 750 a. C, ya que se ha encontrado fauna y restos de alta mar en las excavaciones de las viviendas. No obstante, la colonia se reconstruyó atrás aquel maremoto y siguió su actividad.
«El abandono final, hacia 570 a. C., se debió al deterioro medioambiental de la desembocadura, como la deforestación, la erosión del territorio y las inundaciones del río que convirtieron la antigua isla en un islote en medio de una charca inhóspita de aluviones», explica María Eugenia Aubet, que añade que el enclave fenicio «perdía así su mayor ventaja: una isla en medio de un río y puerto perfecto para sus conexiones con el interior y con el mar». Fue entonces cuando la población se mudó a la cercana bahía que ofrecía la ventaja de crear un puerto protegido por montañas y también orientada al tráfico marítimo. Allí fundaron Malaka, término del que deriva el actual denominación de Málaga.
Precisamente porque se abandonó. Las inundaciones y las aportaciones de tierra del río Guadalhorce sepultaron los restos de la colonia y favorecieron su conservación. La mayor parte de las zonas arqueológicas del Mediterráneo que cuentan con un asentamiento original fenicio presentan restos deteriorados o parciales -caso de Cádiz, Cerdeña o Cartago-, porque las civilizaciones posteriores, especialmente los romanos, se aposentaron sobre ese mismo espacio y destruyeron lo anterior. No es el caso del Cerro del Villar que, al quedar deshabitado, se conserva tal y como se dejó. De hecho, algunas de las edificaciones se encuentran casi en la superficie, a apenas 30 centímetros.
El Cerro del Villar se ha explorado apenas un 10%. Es decir, queda la mayor parte por excavar y por descubrir. Las campañas realizadas desde 1987 a 2003 permitieron conocer muchos de los secretos enterrados bajo tierra durante siglos. Los estudios permitieron sacar a la luz viviendas, comercios y zonas de transformación industrial, lo que ha permitido saber que sus pobladores fenicios fueron unos florecientes comerciantes de clase media alta y que el urbanismo responde a un diseño muy regular. La isla contaba con una calle principal que sería la calle Larios de la época, donde se encontraban buena parte de aquellas tiendas y almacenes. También se han localizado una vivienda con embarcadero, grandes residencias con hasta doce habitaciones y un centro alfarero. «Los que fundaron el Cerro del Villar sabían de arquitectura y urbanismo y supieron planificar la ciudad», sostiene Aubet, que añade que todavía queda por conocer la historia completa de la colonia fenicia mejor conservada de Occidente. «Apenas hemos excavado la superficie», constata.
Las excavaciones han permitido datar con exactitud la última fase de ocupación de la isla, aunque sus orígenes todavía se pueden precisar más con estudios más profundos que desciendan a los orígenes de la creación del Cerro del Villar. Por el momento, los últimos estudios de la arqueóloga María Eugenia Aubet han atrasado el origen desde el siglo VIII al IX antes de Cristo. Otra de las incógnitas que ha planteado a los arqueólogos es la ausencia de un templo. Pese a tratarse de una ciudad influyente desde el punto de vista comercial y con un importante tráfico marítimo, no se ha encontrado un gran vestigio religioso, sino pequeños altares en las viviendas. «El mundo antiguo no viajaba sin religión y por eso nos preguntamos dónde están los templos del Cerro», se cuestiona Aubet, a la que también le encantará conocer el nombre original de esta colonia fenicia.
Tras el estudio con georradar, el Ayuntamiento de Málaga ha desarrollado un Proyecto de Viabilidad para la Creación de un Parque Arqueológico en el Yacimiento Fenicio del Cerro del Villar, que ha dirigido el arqueólogo José Suárez. En el mismo se propone retomar la excavaciones en la antigua isla para ir explorando la zona por tramos y en función del interés de los investigadores una vez que se conocen los restos que se pueden encontrar tras el análisis geofísico de toda la superficie. Estos estudios científicos serán compatibles con las visitas para dar a conocer el origen fenicio de Málaga, para lo cual se musealizarían las propias excavaciones, que se podrían observar mediante pasarelas. Además, el proyecto del Ayuntamiento propone la creación de un centro de recepción de visitantes y contempla una zona de aparcamiento para los visitantes. El proyecto propone además la colaboración con otras administraciones e instituciones, como la Junta de Andalucía y la Universidad de Málaga, para poner en marcha este ambicioso plan de excavaciones, estudios y visitas.