«La joven de la perla», de Vermeer: tras los misterios que esconde la Mona Lisa del Norte

 

Es la «otra» Mona Lisa de la Historia del Arte. Francia tiene la suya, pintada por Leonardo, en un altar erigido en el Louvre parisino, donde es adorada cual moderno becerro de oro. Y Holanda custodia celosamente a su Gioconda, retratada por Vermeer, en el Mauritshuis de La Haya.

Ambas son damas misteriosas. La leonardesca, más sobria (y fea); la veermeriana, más guapa y seductora. Queremos saberlo todo sobre esta joven tan arrebatadora como enigmática: quién es, por qué la pintó Vermeer, por qué lleva un turbante en la cabeza y una perla en la oreja, por qué gira su cabeza, qué o quién llama su atención… Nunca lo sabremos, pero el museo holandés se ha empeñado en desentrañar algunos de los misterios que oculta esta obra maestra, de 44,5 por 39 centímetros, unos 350 años después de ser pintada.

Un escáner MACRO-XRF, frente la pintura
                Un escáner MACRO-XRF, frente la pintura – AFP

Desde hoy y hasta el 11 de marzo, el celebérrimo cuadro va a ser sometido a una exhaustiva investigación con la tecnología más puntera del mercado. Cuando concluyan los trabajos y se analice todo el material recogido, será uno de los cuadros mejor documentados del planeta: el «Guernica» es otro de ellos.

Se ha instalado un recinto de cristal en la sala dorada del Mauritshuis, donde se llevan a cabo los estudios de «La joven de la perla» a vista del público
Se ha instalado un recinto de cristal en la sala dorada del Mauritshuis, donde se llevan a cabo los estudios de «La joven de la perla» a vista del público – EFE

Trabajo a vista del público

El proyecto, que se ha denominado «La joven en el punto de mira», es una iniciativa del Mauritshuis, pero se han involucrado muchas instituciones, como el Rijksmuseum de Ámsterdam, la National Gallery de Washington y las Universidades de Maastricht y Amberes, entre otras. Ala cabeza del equipo, Abbie Vandivere, conservadora jefe de pintura del museo holandés.

Los objetivos de la investigación, según cuentan sus responsables a ABC, son: «¿Qué pasos dio Vermeer para llegar a esta pintura? ¿Qué técnicas aplicó para crear sus sutiles efectos ópticos? ¿Qué materiales usó y de dónde procedieron? ¿Cómo se veía originalmente la pintura y qué cambios sufrió a lo largo de los siglos? Podemos aprender más sobre Vermeer y su técnica de pintura, pero el misterio siempre permanecerá». Gracias al espléndido uso del color y el magistral juego de luces, el pintor dio vida a una imagen icónica que cautiva a todo aquél que la ve. Es de esos cuadros que, cuando lo contemplas, cuesta dejar de mirar. Vuelves una y otra vez la cabeza. Te atrapa.

En 2014, y tras dos años de cierre, se inauguró la reforma y ampliación de una de las más señeras y hermosas pinacotecas de Europa: el Mauritshuis. Es conocido como «el joyero»: encierra exquisitas joyas en sus salas. Una de las estancias más nobles de la galería real es la sala dorada. «La joven de la perla» abandona durante dos semanas la sala 15 donde cuelga habitualmente (junto a otras obras maestras como «Vista de Delft», también de Vermeer, o «El jilguero», de Carel Fabritius) para instalarse allí.

Los especialistas analizarán la obra en un estudio de cristal creado expresamente para la ocasión, donde trabajarán a vista del público. «El Mauritshuis quiere ofrecer a su público la experiencia única de presenciar la investigación científica sobre este retrato de fama mundial. La investigación científica es una de las principales actividades del museo. Nos gustaría involucrar al público en lo que generalmente se hace a puertas cerradas en nuestro taller de restauración. “La joven de la perla” es una de las obras más importantes de nuestra colección y, por lo tanto, estamos ansiosos por mantenerla a la vista de nuestra audiencia», comentan a ABC los responsables.

«La joven de la perla», de Vermeer, será analizada milímetro a milímetro
«La joven de la perla», de Vermeer, será analizada milímetro a milímetro – FOTOGRAFÍA: © Ivo Hoekstra. Mauritshuis, La Haya

Divina paleta

René Gerritsen ha fotografiado esta obra con una cámara digital, con luz natural, ultravioleta, reflectografía infrarroja y Rayos X. Sabemos que usó mucho blanco de plomo en el cuello y el ojo de la joven, así como en la perla del pendiente. Decía Van Gogh, que de colores sabía un rato, que «la paleta de este singular artista [Vermeer] abarca el azul, el amarillo limón, el gris perla, el negro y el blanco. Su combinación es algo en él tan característico como la armonía existente en Velázquez entre negro, blanco, gris y rosa».

Desde hoy y hasta el miércoles se empleará un escáner MACRO-XRF, prestado por el Rijksmuseum. Gracias al espectómetro de fluorescencia, Annelies van Loon analizará la composición química de los pigmentos empleados por Vermeer (el hierro en los tierra, el mercurio en el bermellón).

Trasera del cuadro de Vermeer, fotografiada por Vik Muniz
                              Trasera del cuadro de Vermeer,
fotografiada por Vik Muniz– ABC

Investigaciones anteriores desvelaron que la pintura de la ropa y el turbante de la joven contienen potasio y calcio, que se degradan con el tiempo. El 1, 2 y 4 de marzo John Delaney y Kate Dooley emplearán la luz infrarroja para analizar los pigmentos negros, que contienen carbón. El 3 de marzo los mismos especialistas analizarán el azultan característico de Vermeer. En este caso la técnica empleada será la espectroscopia de reflectancia. También estudiarán el aceite con el que mezcló los pigmentos. El 1 y el 4 de marzo le tocará el turno a las capas traslúcidas: esmaltes y barnices. Tom Callewaert y Joris Dik utilizarán una tomografía de coherencia óptica. Se detendrán en las veladuras azules del turbante. En él Vermeer sugirió volumen alternando áreas de luz y de sombra. El 3 de marzo Mathijs van Hengstum y su equipo estudiarán el craquelado de la pintura. Las pequeñas grietas son especialmente visibles en el rostro.

Los días 4 y 6 de marzo Emilien Leonhardt trazará un perfil tridimensional de la superficie de la pintura con un microscopio digital 3D Hirox, capaz de ampliar detalles hasta 7.000 veces. El 7 y el 11 de marzo un equipo de la Universidad de Amberes examinará la estructura cristalina de los pigmentos (como el lapislázuli molido empleado en el turbante). Finalmente, investigadores de la Universidad Tecnológica de Delft examinarán el fondo oscuro del lienzo, sobre el que el pintor aplicó una fina capa de un verde traslúcido.

«La joven de la perla», de Vermeer. Detalle
     «La joven de la perla», de Vermeer. Detalle – MAURITSHUIS, LA HAYA

Una treintena de obras

Apenas se conservan una treintena de obras del maestro de Delft. «La joven de la perla» fue adquirida en 1881 por el coleccionista holandés Arnoldus Andries des Tombe por dos florines en una subasta en La Haya. Tras su muerte, legó el cuadro y otros once al Mauritshuis. En «Vermeer. La obra completa» (Taschen), Karl Schütz subraya «la profunda fuerza emocional que emana de la obra» y cree que la enorme fama y popularidad del cuadro «reside en el atractivo intemporal de la joven: su mirada dirigida al espectador, el brillo húmedo de los ojos, los labios entreabiertos, el giro de su cabeza, el exotismo del atuendo… Ese ideal de belleza sigue vigente hoy».

En 2014 un astrónomo, Vincent Icke, publicó un estudio en la revista «New Scientist», según el cual lo que cuelga en el pendiente de la joven de Vermeer no es una perla, sino un objeto de metal o de cristal. «Incluso antes de la publicación de Vincent Icke, el Mauritshuis había determinado que la perla representada por Vermeer es demasiado grande para ser una verdadera perla. Así que estamos totalmente de acuerdo con él en que es una perla de imitación (que era bastante común en aquellos días)», explican desde el museo holandés.

Historias no contadas

Tracey Chevalier, que noveló «La joven de la perla», dice que «cada cuadro, cada mujer que pinta, alberga tantos secretos, tantas historias latentes pero no contadas». Cada una de ellas merecería una novela, una película. Son mujeres ensimismadas en la intimidad de la alcoba: leen una carta, escriben, tocan música o simplemente miran por la ventana. Y, nosotros, simples mirones, como Gay Talese en «El motel del voyeur». Para Cioran, Vermeer era «el maestro de la intimidad y del silencio».

«En la pintura flamenca y holandesa del siglo XVII estaban muy extendidos los estudios de cabezas [tronie es su denominación holandesa]. Aunque por su estructura y su encuadre se asemejan a retratos, no reproducen a nadie en concreto. Tan solo plasman un tipo o un rasgo del carácter», explica Karl Schütz. Han llegado hasta nosotros cuatro de Vermeer: «La muchacha del sombrero rojo», «Muchacha con flauta», «Estudio de cabeza de mujer joven» y «La joven de la perla». Según los responsables del Mauritshuis, «podría ser que Vermeer usara una persona existente como modelo, pero no como un retrato». Sea como fuere, siempre albergaremos el deseo de que la joven de la perla existiese realmente y no sólo en la mente de Vermeer.

 

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