Una réplica de la nave que dio la vuelta al mundo anclará ante la Torre del Oro como parte de una muestra que recuerda la gesta que se inició en Sevilla

Punta Umbría 31 de enero de 2020

 
Carpinteros de ribera trabajan en la ‘Nao Victoria 500’, en el Astillero Palmás de Punta Umbría (Huelva), el pasado jueves. FOTO Y VÍDEO: PACO PUENTES

Contemplar un gigante de madera de casi 12 metros embutido en un astillero de apenas un pocos centímetros más de altura produce sensación de angustia. Parece que la única forma de sacar de ahí esa nave de 26 metros de eslora y 6,6 de manga fuera rompiendo la botella, es decir, el almacén que la alberga; pero estamos en un astillero de Punta Umbría (Huelva) del que han salido ya otras réplicas de embarcaciones históricas y la maniobra, aunque complicada, se realizará a mediados de febrero sin estropicios. Entonces, después del trabajo de un año de un equipo de 60 personas, saldrá a la luz una nueva réplica de la Nao Victoria, la única de las cinco naves de la Armada de la Especiería que completó la primera vuelta al mundo entre el 20 de septiembre de 1519 y el 6 de septiembre de 1522.

Aunque diseñada para ofrecer el mismo aspecto que la que comandó Juan Sebastián Elcano, la Nao Victoria 500 no surcará ríos ni mares sino que permanecerá en Sevilla anclada en el Guadalquivir, en el Muelle de las Delicias junto a la Torre del Oro, y formará parte del Espacio Primera Vuelta al Mundo, una iniciativa de la Fundación Nao Victoria, dentro de las celebraciones del V Centenario 1ª Vuelta al Mundo. La embarcación albergará una exposición para que los visitantes conozcan el barco, su peripecia y cómo vivieron los marineros que protagonizaron la gran gesta.

A Alfonso Pérez Choco, director de la construcción, no le preocupa el destino del barco en el que lleva trabajando tantas horas: será un museo flotante porque carece de la maquinaria necesaria para navegar y llegará remolcado a Sevilla, remontando el Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda, al igual que hicieron hace cinco siglos los supervivientes de la nave original. “Se me pone el pecho como un palomo”, sentencia el onubense, de 39 años, para ilustrar el orgullo que siente al haber coordinado la construcción de un barco que contribuirá a que el público conozca el papel fundamental de Huelva y Sevilla en la historia. La Nao Victoria 500 saldrá del varadero Palmás de Punta Umbría sin sus elegantes barandillas y desarbolada, ya que el ojo de los puentes que tiene que atravesar hasta llegar a su destino es de unos seis metros. Una vez que atraque en el muelle de las Delicias a mediaos de febrero se le instalará el arbolado y el velamen, nada menos que 290 metros cuadrados de superficie velica.

La 'Nao Victoria 500' vista desde la popa en el varadero donde se construye desde febrero de 2019.ver fotogalería
La ‘Nao Victoria 500’ vista desde la popa en el varadero donde se construye desde febrero de 2019. PACO PUENTES
 

“El barco está construido de forma que, cuando sea necesario, se le puedan incorporar los mecanismos necesarios para la navegación”, afirma Pérez, quien capitanea un equipo de carpinteros de ribera, soldadores, electricistas, fontaneros, pintores y aplicadores de fibra de vidrio, ya que el casco de la nave, para facilitar su mantenimiento, se ha realizado en poliéster. “La estructura es de poliéster, porque su mantenimiento es más fácil, no hay que calafatearlo; pero toda la obra muerta [término náutico que alude a la parte de la embarcación que está fuera del agua] está forrada de madera por dentro y por fuera. Estamos utilizando 45 toneladas de madera de iroko, es un árbol africano y procede de explotaciones sostenibles. Con este sistema de combinar ambos materiales ahorramos el 60% de madera”, explica el coordinador, que ha trabajado también en otras dos de las réplicas históricas de la fundación: el Galeón Andalucía y la Nao Santa María.

Todos los carpinteros, 14 oficiales y 18 ayudantes, están bajo las órdenes de José Manuel Calvinho Gomes, un maestro portugués de la vecina Vila Real de Santo Antonio que a sus 79 años sigue trabajando y está pendiente de hasta el más mínimo detalle, en un trabajo complicado en el que todo es curvo y cada recoveco necesita una solución a medida. “Lo que más me gusta es transmitir el oficio a las nuevas generaciones, conocimientos que se están perdiendo porque en los ochenta se estandarizó la construcción en poliéster y ya casi no quedan carpinteros de ribera”, comenta Calvinho, quien ha trabajado en las cuatro réplicas históricas que ha realizado la fundación.

La Fundación Nao Victoria, una institución privada sin ánimo de lucro creada en 2007 para divulgar las gestas marítimas españolas, cuenta con otra réplica de la Nao Victoria construida para la Exposición Universal de 1992 en Sevilla que, después de la muestra quedó expuesta junto al pabellón de la Navegación sin mantenimiento y quedó casi destruida. La reparación de esa nave, que ha dado la vuelta al mundo entre 2004 y 2006 y participó en la Exposición Universal de Aichi en Japón en 2005, fue el germen de la Fundación Nao Victoria.

“Desde Andalucía salieron las grandes expediciones que cambiaron el curso de la historia, por eso esta nueva réplica de la Nao Victoria será el punto desde el que daremos a conocer internacionalmente las hazañas de nuestros marinos, del descubrimiento de América y de la primera circunnavegación de la tierra. Y lo vamos a hacer desde el mismo sitio del que partieron esas naves. La Sevilla del XV y del XVI era como Cabo Cañaveral para nosotros, de aquí salían los cohetes de aquella época”, añade José Fernández de Cabo, presidente de la Fundación Nao Victoria.

Pero la aventura de la construcción de la Victoria 500 no comenzó en los astilleros de Punta Umbría el pasado febrero, sino en noviembre de 2018 en el Archivo General de Indias de Sevilla, donde se custodian los documentos (43.000 legajos) de las relaciones de España con sus territorios de ultramar. De sus estanterías han salido los datos que el historiador y perito naval Ignacio Fernández Vial ha aportado al ingeniero naval Daniel Santos para el proyecto. De momento, los carpinteros se afanan en la cubierta, un espacio de 200 metros cuadrados en el que los marineros trabajaban y dormían, a la intemperie; porque la bodega, donde se guardaban víveres y mercancías, siempre estaba cerrada. Pero antes de salir de la botella, la nueva Victoria tendrá que darse una capa de brea para que el color acaramelado del iroko se asemeje al marrón oscuro de su vieja antepasada.

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