El Alcázar de Segovia, El Castillo de Bellver, el Castillo de Belmonte, y el Castillo de Peñíscola también están entre los 20 más bellos del continente para Jetcost

La Alhambra, elegida como uno de los castillos más deslumbrantes de Europa
IDEAL

Europa está plagada de castillos de todo tipo. Los hay casi en ruinas y otros en perfectas condiciones que están habitados o podrían estarlo. Hay castillos al borde del mar o sobre grandes ríos y lagos; otros se alzan en impresionantes llanuras o en vertiginosos riscos. Naturalmente ya han perdido el carácter defensivo que tuvieron, e incluso el residencial, pero lo que siempre conservan es su valor artístico, histórico y legendario. Hay muchos de ellos por toda Europa y la elección de los más atractivos es difícil de hacer, por eso el buscador de vuelos y hoteles Jetcost ha pedido a sus usuarios que seleccionen los que les han parecido más deslumbrantes por distintos motivos. Se han limitado a 20, aunque podrían haber sido muchos más, y la Alhambra de Granada es uno de ellos.

La Alhambra de Granada, cuyo diseño árabe queda patente en las frondosas alamedas que dan una agradable sombra y frescura, aumentada por la abundancia de aguas que discurren por sus arroyos, el Castillo de Peñíscola en Castellón, construido por los templarios y donde residió el Papa Luna, el Castillo de Belmonte en Cuenca residencia de Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia y mujer de Napoleón III y escenario de muchas películas como “El Cid” con Charlton Heston y Sofía Loren, el Castillo de Bellver en Mallorca, que fue visitado por personajes ilustres como Carlos I; el príncipe de Saboya; Juan de Austria; el duque de Montpensier y la reina Isabel II; Alfonso XII o Alfonso XIII y el Alcazar de Segovia, testigo de buena parte de la historia de España y de donde salió Isabel la Católica para ser coronada reina son los cinco castillos españoles destacados en esta rigurosa elección.

Estos son los 20 castillos más sorprendentes elegidos por los usuarios de Jetcost.es entre los cientos de toda Europa.

La Alhambra de Granada (España)

Aunque Andalucía tiene en su haber muchos Patrimonios de la Humanidad, sin duda el más espectacular y visitado –más de tres millones de personas al año– con diferencia es la Alhambra, un conjunto histórico monumental, difícil de definir entre castillo y palacio. Contemplar la puesta de sol desde el mirador de San Nicolás, permite coincidir con el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en que es “el atardecer más bello del mundo”. Fue concebida a entre los siglos IX-XII como una zona militar, pero no solo para eso: la Alhambra fue un fortín, un palacio nazarí y una medina, todo a la vez. Hasta 1492, cuando se convirtió en una corte cristiana tras la reconquista de Granada por parte de los Reyes Católicos. No hay que perderse la Alcazaba, los Palacios Reales, los jardines del Generalife, el coqueto Cuarto Dorado, la majestuosa Sala de Comares, el palacio renacentista de Carlos V y el célebre Patio de los Leones.

Castillo de Peñíscola (España)

Está enclavado en la zona más elevada de la ciudad de Castellón. Construido por los templarios sobre los restos de la antigua alcazaba árabe, el castillo fue levantado con muros de piedra labrada. La mayoría de las dependencias se cubren con bóvedas de cañón. Se trata de una construcción sobria y sólida. El Papa Luna, tras su traslado a Peñíscola en 1411, convirtió el castillo en palacio y biblioteca pontificia. Su verdadero nombre fue Benedicto XIII, era maño y fue el último del famoso cisma de Aviñón, cuando tres papas pretendían ser el auténtico, al pedírsele que cediera en su empeño de ser Papa dijo aquello de “yo sigo en mis trece” que se convirtió en símbolo de cabezonería, especialmente entre aragoneses.

Castillo de Belmonte (España)

Fue encargado por D. Juan Pacheco, Marqués de Villena, para utilizarlo como vivienda propia en su ciudad natal. Es un castillo gótico-mudéjar, obra del Maestro Hanequín de Bruselas. Se construyó sobre el monte de San Cristóbal con una planta única. El patio de armas es un triángulo equilátero y a partir de él se desarrolla el resto del edificio. La forma del castillo es una estrella de 6 puntas y al final de cada una de ellas hay una torre cilíndrica.

Castillo de Bellver (España)

Situado sobre una colina y con espectaculares vistas, el castillo de Bellver ha tenido diversos usos a lo largo de la historia. El rey Jaime II lo hizo construir como residencia real en estilo gótico. En el siglo XIX se convirtió en fábrica de monedas. Su estructura destaca por ser circular. Tiene tres torreones y una torre del homenaje que está dividida en cuatro plantas. En el interior del castillo hay un patio de armas de dos pisos que es circular y un patio construido sobre un aljibe. En la segunda planta hay una capilla.

Alcázar de Segovia (España)

Este sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO es uno de los castillos-palacios más distintivos de toda España y de Europa. En lo alto de la ciudad, sus muros son testigos privilegiados de la historia de España. Austero, como lo eran los reyes castellanos, elevado sobre la roca en la confluencia de los valles del Eresma y el Clamores, parece guardar la ciudad. Su bella Torre del Homenaje, a menudo comparada con la proa de un barco navegando entre los ríos, es de una belleza impresionante. Los turistas comprueban admirados que la fortaleza forma una parte viva de esta ciudad castellana, elegida como lugar de residencia por muchos de los monarcas de la dinastía Trastámara. Vale la pena visitar el Salón de Ajimeces con su colección de obras de arte, el Salón de los Reyes y el Salón del Trono. Pero hay que dedicar tiempo a curiosear el exterior y contemplar su espectacular perfil desde el borde del Eresma.

Castillo de Edimburgo (Reino Unido)

Galardonado con los máximos honores en los British Travel Awards y clasificado como la atracción turística de pago número 1 en Escocia, el Castillo de Edimburgo tiene una historia tan compleja como irresistiblemente macabra. A menudo citado como la inspiración para la morada de Macbeth en la famosa obra de Shakespeare, el castillo alberga el mayor número de avistamientos de fantasmas hasta la fecha, sin duda una atracción en sí misma. Con orígenes que se remontan a la Edad del Hierro, el castillo fue erigido como bastión defensivo en 638 para los celtas. Varios cientos de años después, fue reconstruida como residencia de María, Reina de Escocia, hasta su exilio en Inglaterra.

Castillo de Óbidos (Portugal)

La construcción de este castillo mágico se remonta a la presencia romana en Portugal. El castillo de Óbidos tiene torres en forma de cilindro y cuadradas, mientras que la piedra caliza y el mármol añaden una faceta grandiosa a la fachada. Es un buen ejemplo de una fortificación bien conservada, y el castillo ha escapado al destino de ser convertido en ruinas, y se ha transformado, según Jetcost.es en uno de los hoteles pequeños más románticos de Portugal. El pueblo que lo rodea, Óbidos, es conocido por sus atractivos paisajes y exuberante vegetación. El que una vez ofreció protección militar en el corazón de Portugal, ahora ofrece como hotel a los visitantes la oportunidad de viajar en el tiempo.

Castillo de Bojnice (Eslovaquia)

Este castillo se encuentra sobre un gran montículo de mármol travertino y ha pasado por las manos de algunas de las familias húngaras más poderosas desde el siglo XI. En el siglo XIX se acondicionó en una versión romántica de la Edad Media. Su potente estructura se complementa por un paisaje igualmente idílico, completado con una cueva con goteo de agua que corre por debajo del castillo.

Castillo de Chambord (Francia)

Es probablemente el castillo más hermoso y prestigioso del Loira, rodeado de bosques que albergan jabalíes y ciervos. Fue construido en el siglo XVI para el rey Francisco I y es reconocido instantáneamente por esa multitud emblemática de cúpulas y torreones en el techo. El arquitecto original sigue siendo un enigma, pero se alega que el edificio se inspiró en los bocetos de Leonardo da Vinci, protegido del rey, y es uno de los mejores edificios renacentistas de Francia. Parece claro que Leonardo participó en la obra interior más aclamada, una escalera central de doble hélice que se retuerce graciosamente hasta tres pisos y está iluminada desde arriba por un tragaluz.

Neuschwanstein (Alemania)

El castillo de Neuschwanstein, que significa «Nuevo Cisne de Piedra», en el estado de Baviera se abrió al público solo siete semanas después de la muerte del rey Luis II en 1886 y desde entonces se ha convertido en un destino muy popular con un millón y medio de visitantes y en el edificio más fotografiado de Alemania. Se construyó en una época en que los castillos y las fortalezas ya no eran necesarios desde el punto de vista estratégico, sino como un refugio del mundo exterior. Equipado con plomería y electricidad de última generación, así como calefacción central a vapor y el primer teléfono móvil de la historia (con una cobertura de seis metros). En la decoración hay continuas referencias a leyendas y personajes medievales como Tristán e Isolda o Fernando el Católico. Se dice que inspiró el célebre castillo de Blancanieves que preside los parques Disney.

Castillo de Miramare (Italia)

Conserva la mayor parte de su mobiliario y decoración originales. El castillo fue encargado por el archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo en la segunda mitad del siglo XIX como residencia para él y su esposa, Charlotte de Bélgica. Rodeado por un parque botánico, con impresionantes vistas panorámicas gracias a su posición en un acantilado con vistas al Golfo de Trieste, el castillo es una deliciosa combinación de estilos medieval, renacentista y gótico.

Castillo de Bran (Rumania)

Aunque Bram Stoker nunca visitó Rumania y el personaje en que inspiró su Drácula tampoco habitó el castillo, siempre se le ha conocido como el Castillo de Drácula. Pese a todo, los visitantes aún pueden pasear por los pasillos y patios, con la esperanza de echar un vistazo al vampiro inmortal. Situado a lo largo de la frontera entre Transilvania y Valaquia, la construcción de este emblemático castillo comenzó en 1212 cuando los Caballeros Teutónicos erigieron una fortaleza de madera destinada a detener el tráfico en la entrada del paso de montaña, que en ese momento era muy utilizado por los comerciantes.

Torre de Belém (Portugal)

Es sin duda uno de los iconos de Portugal y de su capital, Lisboa, gracias a su posición sobre el río Tajo en una de las entradas de la ciudad y un símbolo clave de la ciudad y como recordatorio del antiguo poder de los portugueses en tierra y mar. Está clasificada como Patrimonio de la Humanidad. Construida en el siglo XVI, la Torre de Belém ha sido ornamentada con los símbolos de la casa del rey Manuel I, con la cuerda gruesa que rodea el castillo y termina en elegantes nudos y cruces en diferentes ángulos. La torre se convirtió en prisión durante la invasión española de Portugal a finales del siglo XVI. El interior merece una visita por la subida al último piso, donde el esfuerzo es recompensado por la deslumbrante vista sobre el amplio estuario del Tajo y la parte occidental de la ciudad de Lisboa.

Castillo de Predjama (Eslovenia)

Encaramado en lo alto de un acantilado imponente, el misterioso y magnífico Castillo Predjama ha sido incluido en el Guinness como el castillo cueva más grande del mundo. Debido a su entorno, una serie de túneles subterráneos y paredes entretejidas con la estructura natural de la cueva, la ubicación ha aparecido en numerosas películas y especiales de televisión. El castillo actuó como refugio para Erazem de Predjama en el siglo XV, un legendario barón ladrón que resistió el asedio de un año y se convirtió en una especie de figura a lo Robin Hood.

Castillo de Sant’Angelo (Italia)

Es uno de los edificios más fotografiados de Roma, justo en el encuentro de la vieja capital con la ciudad del Vaticano. El castillo de Sant’Angelo se construyó originalmente en el siglo II como mausoleo para el emperador Adriano y su familia. Esta construcción, que más tarde se convirtió en fortaleza militar, recibe su nombre de una leyenda, que cuenta que el arcángel Miguel se apareció sobre lo alto del castillo para detener una plaga que asolaba Roma en el año 509. El castillo logró sobrevivir a través de los siglos y albergó a muchas personas famosas, incluido Miguel Ángel.

Castillo de Guimarães (Portugal)

Está considerado la fortaleza medieval más importante del norte de Portugal. La presencia del castillo evoca la mezcla de leyenda, poesía y heroísmo que rodea los principios de la historia nacional. Su característica más llamativa son los muros construidos en forma de pentagrama, con ocho torres rectangulares almenadas. Construido en el siglo X, luego se convirtió en la residencia real oficial del Conde D Henrique, el padre del primer rey de Portugal, Afonso Henriques. El castillo resistió la batalla de São Mamede en 1128, que resultó en la victoria de Alfonso y significó el punto de partida de un Portugal independiente. Desde entonces, el castillo ha sido reconocido como el lugar de nacimiento de la nación portuguesa y está considerada una de las Siete Maravillas de Portugal.

Castillo de Sirmione (Italia)

Destaca especialmente por su singular posición en medio del lago Garda. Conocido también como Scaligero en honor a la poderosa familia Scaligeri, que lo encargó y gobernó esta región a principios del siglo XIII. Conforma un ejemplo espectacular de arquitectura medieval, cuya majestuosidad se acentúa gracias a sus impresionantes alrededores. Este castillo, rodeado de puentes levadizos, un foso, torres, muros transitables y festoneados, presenta todos los elementos típicos de una fortaleza de la Edad Media. Hay que animarse a subir los 150 escalones que lleva a la muralla porque las vistas del lago y Sirmione desde la torre más alta realmente merecen la pena.

Castillo de Malbork (Polonia)

Otra de las hermosas fortalezas medievales que parece estar llena de Europa, Malbork fue construida por los afamados guerreros de la Orden de los Caballeros Teutónicos como parte de su conquista en lo que hoy es Polonia. Es el castillo más grande del mundo por superficie y el edificio de ladrillo más grande de Europa y, además, su distintivo color rojizo lo convierte en una vista verdaderamente inolvidable. Entre otras cosas, fue la residencia de la familia real polaca hasta finales del siglo XVIII.

Castillo de Trakai (Lituania)

Ubicada en un idílico paisaje en la isla de Trakai esta pintoresca estructura del siglo XIV fue uno de los principales centros del Gran Ducado de Lituania, que se disfrutó como residencia de verano. Hoy el castillo consta de dos: el original, muy pequeño, situado a un lado del lago, y un segundo, erigido en siglos posteriores, ubicado en medio de las aguas. Citado por los entusiastas de la arquitectura como una verdadera encarnación del estilo gótico, el castillo ofrecía una serie de galerías de madera, paneles de vidrieras, murales y pasadizos secretos, que los visitantes pueden ver en el museo oficial del castillo.

Kronborg (Dinamarca)

William Shakespeare que situó su Hamlet en este castillo, lo llamó Elsinore. Es uno de los castillos más destacados del norte de Europa en la época del Renacimiento y fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se encuentra en el extremo noreste de la isla de Zelanda. La historia del castillo se remonta a Krogen, una fortaleza construida por Eric de Pomerania, rey danés en la década de 1420. El rey insistió en que los barcos que querían salir o entrar en el Mar Báltico hicieran el pago de las cuotas por el sonido para cumplir con sus demandas.

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