Goya.

La exposición «Las mujeres de Goya» muestra una selección de 85 obras de sus cuatro grandes series de grabados

 Sevilla, 23 de octubre 2020
El presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, ha inaugurado este viernes la exposición «Las mujeres de Goya», que presenta una selección de 85 obras que se adentran en el análisis en torno al mundo femenino que realizó durante su carrera este pintor. La muestra, que tiene como comisaria a María Toral, permanecerá abierta al público en la Sala Murillo de la sede de esta fundación hasta el próximo 10 de enero.
Durante su intervención, Antonio Pulido ha explicado que «se trata de una exposición que sin duda será una de las protagonistas de la apuesta cultural de la Fundación Cajasol para este tramo final del año en Sevilla y en Andalucía. No sólo por el peso artístico del genial Goya, también por la indudable actualidad de la temática de esta muestra».
Además, el presidente de Cajasol quiso destacar el compromiso de la institución que preside con la cultura en estos tiempos tan difíciles: «En estos momentos de incertidumbre y grave crisis económica, nuestra institución mantiene su esfuerzo y su compromiso y continúa acercando a nuestra tierra exposiciones de gran prestigio como esta, unos contenidos culturales de primera calidad que ayuden a reactivar esta importante industria tan golpeada por la pandemia».
Por su parte, la comisaria de la exposición explicó que «en estas 85 obras veremos como la protagonista principal es la mujer, la mujer del tiempo de Goya, y cómo no se limita a representarla como una musa o, como hacían otros artistas de la época, de formas alegóricas, él representa la situación real de la mujer en esa centuria».
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En ese sentido, Toral abundó en que el pintor aragonés «denuncia situaciones injustas a las que estaba sometida la mujer, simplemente por el hecho de ser mujer, como el matrimonio por conveniencia, la prostitución, los abusos… y todo eso, hace que deje constancia, como un testigo fiel de su época, de una problemática que ya existía y que llevaba siglos existiendo, y que él denunció como ningún artista había hecho antes».
Porque Goya se alejó de la imagen de musa de la mujer que había predominado en el mundo del arte para representarla en distintas facetas, en un momento en que la mujer carecía de la reconocida posición de la que disfruta en la sociedad actual.
Así, las muestra como mujeres valientes y luchadoras, como es el caso de Agustina de Aragón, e inmortaliza a una torera como «La Pajaruela». Pero no solo muestra una figura femenina heroica, a lo largo de la serie vemos mujeres aterrorizadas, algunas que incluso hacen lo que sea por salvar a sus hijos de la muerte como en el grabado número 44 «Yo lo vi» o en el número 45 «Y esto también».
Además, muestra la cara más amarga de la realidad a través de la prostitución o la misoginia. Sin olvidar a «las majas», esas figuras femeninas más libres y transgresoras del pueblo cuyo vestuario fue copiado por las damas de la aristocracia que tanto deseaban ser retratadas por Goya
Cuatro grandes series
La exposición parte de las cuatro grandes series de grabados que realizó el artista aragonés: «Los Caprichos» (1799), «La Tauromaquia» (1814-1816), «Los desastres de la guerra» (1810-1820) y «Los Disparates o Proverbios» (1815-1824). En total, más de doscientas obras que «no solo poseen un gran valor artístico», sino que permiten un acercamiento a la época del artista, por ser una «crónica inigualable», señalan desde Cajasol.
A partir de estos grabados, la comisaria de la muestra ha seleccionado 85 estampas que tienen en común la presencia femenina, que, como explican desde la Fundación, «a veces se alza como protagonista, en otras ocasiones se sitúa en un segundo plano e, incluso, en otras tan solo la intuimos con recursos metafóricos».
Es el caso del grabado 79 de «Los desastres de la guerra», llamado «Murió la verdad», en la que esta aparece representada como una bella mujer fallecida rodeada por personajes monstruosos y religiosos, donde la Justicia se cubre los ojos para no ver la sepultura de la libertad, en lo que era una clara alusión al regreso de Fernando VII.
Pero es en la serie «Los Caprichos» en la que pueden rastrearse dos grandes apartados donde Goya se centra en la situación de las mujeres de su época: el matrimonio y la prostitución. Respecto al primero de ellos, la Ilustración ya había criticado los enlaces de conveniencia, con ejemplos como «El sí de las niñas», de Leandro Fernández de Moratín.
Por tanto, no es de extrañar que Goya sintiera la misma necesidad de criticar a través de su arte, lo que sus amigos ilustrados como Juan Agustín Ceán Bermúdez, Juan Meléndez Valdés, Juan Antonio Melón o su protector Melchor Gaspar de Jovellanos decían en sus escritos, y mostrar así su visión del espíritu ilustrado con respecto a estas prácticas.
Muy crítico
El otro tema clave de «Los Caprichos» es el de la prostitución clandestina en España, que era un problema que venía de tiempo atrás. En el siglo XVII, se ensayaron intentos para clausurar los prostíbulos por razones tanto religiosas como sanitarias, pero la medida sólo trasladó el problema a las calles de las ciudades. La Europa ilustrada veía la prostitución como algo que no debía prohibirse, sino más bien tender hacia un control que no hiciera peligrar el orden ni la salud pública.
Goya se mostró muy crítico con una práctica muy mal regulada y que hacía que las mujeres a menudo la ejercieran de manera obligada. Los asuntos tratados componen así un retablo vivo de vicios y defectos humanos y tienen que ver con la religión, la moralidad, el amor, el matrimonio, la seducción, el rapto, la violación, la superstición, la brujería, los desmanes de la Inquisición, la vanidad o la charlatanería…
Goya construye así un imaginario de intencionalidad moralizante donde las mujeres son claramente criticadas en sus hábitos, pero también presentadas como víctimas.
En esta serie también queda patente la obsesión de Goya por la duquesa de Alba en el grabado número 61 de los Caprichos titulado «Volaverunt» donde la retrata como un ser superficial con alas de mariposa que vuela sobre seres monstruosos o grotescos, que representan sus coqueteos amorosos.
A través de estas obras Goya capta la complejidad de la situación de la mujer en su época siempre desde un punto de vista crítico que contrasta con la visión que tienen otros artistas del siglo XVIII.

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