«Si no es por el Guadalquivir no se construye la Catedral de Sevilla»


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Medievalista, profesor jubilado de la Hispalense, autor de artículos y libros, académico participa con dos capítulos en el libro colectivo «Sevilla. Historia de su forma. Dos mil años de una ciudad excepcional» (Fundación Cajasol)

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La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es collantes.jpegAntonio Collantes de Terán – Rocìo Ruz

Imagino que sin el río la historia de Sevilla sería otra…

Somos, fundamentalmente, el río. Y sin él nuestra historia sería otra totalmente distinta.

¿Qué entró y que salió por el río para ser tan determinante?

Metales preciosos, cobre y productos agrícolas. Y entraron paños ingleses, especias del Próximo Oriente, oro africano, artículos de lujo oriental, hierro cantábrico. Y, además, ideas, costumbres, cultura en general. Si no es por el río, no se construye la Catedral. El río abarató el coste del traslado de la piedra de las canteras de Jerez.

¿Hasta dónde llegaban los productos de los mercaderes locales?

Hasta Grecia, Creta, norte de África, el Báltico, Países Bajos e Inglaterra.

Lejos de que ese comercio menguara en el Medievo siguió su pujanza para construir la ciudad islámica y la castellana.

El río desde el siglo IX antes de Cristo hasta el siglo XX, al menos, es la base del desarrollo de la ciudad.

Sin embargo, existe un cliché oscurantista que acusa a la Edad Media de ser un periodo de hambre, pestes y pobreza.

Es una verdad a medias. De los primeros siglos de la Edad Media hay poca información. Pero a partir del siglo X es un periodo de expansión económica, intelectual, artística.

¿Sevilla vivió y creció bien en esos siglos?

Datos documentados informan que a partir de los siglos X y XI, Sevilla entra en una fase de crecimiento que, con altibajos llega hasta el XVII, gracias sin dudas al papel del río como vía de comercio.

Fuimos turdetanos, romanos, islámicos y castellanos, ¿cuando nace el sevillano?

El sevillano nace a partir de 1248 y la integración de la ciudad en la Corona de Castilla. Previamente había sido otra cosa.

Ciertas interpretaciones sostienen que Castilla solo trajo guerreros y fundamentalistas cristianos.

Aparte de guerreros llegaron ideas, formas de entender la vida, arte, otra cultura, universidades, el gótico, catedrales y otra manera de entender la ciudad.

¿El proto capitalismo también entró por el río y en naves castellanas?

Cuando Sevilla es conquistada, en Europa está en pleno apogeo la economía de mercado. El río favoreció el auge de esa actividad en Sevilla y la convierte en la primera ciudad de la corona castellana.

¿Es real el aserto de la Sevilla de las tres culturas o una cultura y tres religiones?

Hay tres culturas y tres religiones. Lo que importa es que hay una cultura y una religión dominante que es la que da sentido a la forma de entender la vida en Sevilla.

Hay momentos que esas tres culturas chocan y provocan conflictos sociales de envergadura, como sucede hoy en EE. UU. o Francia.

Efectivamente. Entre esos tres mundos, cristiano, hebreo y musulmán, hay una cierta convivencia que se rompe con conflictos entre la mayoría y la minoría.

¿Por qué se culpa a los judíos de casi todos los males?

No solo se les culpa aquí. En un fenómeno general. Hay factores religiosos, políticos, socioeconómicos que rompen en acciones violentas. La represión de 1391 acabó con el barrio judío sevillano.

El mudéjar, a diferencia del hebreo, pertenece a un perfil bajo socialmente hablando. Pero de sus manos salieron las maravillas del Alcázar.

Los mudéjares fueron, sobre todo, artesanos de la construcción: alarifes, albañiles, yeseros, carpinteros. Y trabajaron tanto en el mantenimiento del Alcázar como en otras obras públicas de Sevilla.

¿Son esos mudéjares los que restauran, por ejemplo, las murallas de la ciudad, según nos contaba Ramón Carande?

Efectivamente, no solo las murallas, sino que también intervienen en las obras de los caños de Carmona. Como cosa curiosa, en las cuentas de obras, aparecen además de los mudéjares, mano de obra femenina como peón.

Arriba le mentaba las epidemias. Los confinamientos no son nuevos.

Uno de los mecanismos para evitar el contagio era el aislamiento. Se aislaba al enfermo y el sano procuraba no contagiarse. Se cerraban las puertas de la ciudad, se vigilaban los caminos y se hacían rogativas públicas para invocar la intervención divina. Algo muchas veces contraproducente porque multiplicaba los contagios.

Señáleme un edificio medieval que encierre aquel espíritu pujante

La Catedral como símbolo de emprendimiento.

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