Luis JIMÉNEZ-TUSSET MARTÍN; Antonio MORÓN CARMONA: Tamayo. La Cofradía de la Soledad y el patrocinio religioso en la villa de Osuna, 2020.

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Entre las cualidades que atesora este libro, es la recuperación de una parcela olvidada en el pasado de la Villa de Osuna, abordando y poniendo de manifiesto con detalles desde sus orígenes hasta la desaparición de la hermandad de la Soledad.

Un trabajo de investigación nada despreciable y que hacía falta conocer en el Seno de las Hermandades de ese pueblo tan importante y bello de la Provincia de Sevilla que es la Villa de Osuna, el tema se aborda entre la genealogía y lo devocional con una metodología moderna dando a conocer el origen y devenir de la Familia Tamayo con sus aspectos sociales, económicos devocionales de Patrocinio Religioso en la Villa de Osuna.

La inexistencia de un estudio riguroso de la historia de la Cofradía de Nuestra Sra. de la Soledad y la difusión de una serie de datos que la vinculan a la Familia Tamayo por recibir culto en la Capilla de su propiedad y que mando construir y costeo  D. Andrés de Tamayo Barahona de Alarcón y López de Carrizosa, es lo que justifica el dar a la luz este libro que con detalle y esmero han escrito en colaboración D. Luis  Jimenez-Tuset y MartÍn y D. Antonio Morón Carmona.

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PRÓLOGO – Francisco Ledesma Gámez

Sé que es un lugar común y un tópico recurrente acudir a una de las frases más celebradas de Baltasar Gracián con la que preconizaba que lo bueno, si breve, dos veces bueno. No puedo evitar pensar que Gracián, al acuñar esta sentencia, debió tener presente este tipo de ejercicio –exordio lo llaman- con el que se aspira –las más de las veces de manera fallida- a introducir al lector en la obra que se aprestan a hojear. Es algo así como el vestíbulo que antecede al ingreso en un edificio y debe ser el preludio de lo que el visitan- te va a encontrar en los distintos rincones que se dispone a recorrer. Es un ejercicio no exento de peligros. No faltan ejemplos de esta afirmación. En no pocas ocasiones, el responsable de presentar una publicación sucumbe a la tentación de hacer ostentación de sus conocimientos o se empeña en desmenuzar de forma previa y excesiva el contenido de la obra. Más que introducción, se convierte en una glosa casi infumable que desalienta al más esforzado lector. En estos casos se echa en falta esa virtud que Baltasar Gracián recomendaba. La brevedad es siempre oportuna y en labores como esta lo es doblemente. Si el autor de los párrafos de presentación acierta a captar la atención del lector, este quedará con ganas de proseguir la lectura. En el frecuente caso de que el exordio sea todo menos ameno, no cabe duda que se agradecerá que el suplicio sea lo más corto posible. Se entenderá que intente ser sintético y me limite a resaltar los valores que entiendo tiene la obra que el lector tiene entre sus manos.

Entre las cualidades que atesora Tamayo, la Cofradía de la Soledad y su patrocinio religioso en la villa de Osuna, en primer lugar está la recuperación de una parcela olvidada del pasado ursaonense. Se aborda desde una pers- pectiva diacrónica, desde sus orígenes en el siglo XVI hasta su desaparición en el XX. Se ha enfocado huyendo de incurrir en el pecado de localismo, siempre con una carga letal de chovinismo excluyente, recalcitrante y autocomplaciente. En todo momento, se persigue contextualizar el fenó- meno que se estudia, ya que es la única manera de conseguir imbricarlo en el horizonte social y cultural en el que se desarrolló.

Entiendo que es reseñable y nada despreciable que este trabajo de in- vestigación haya sido realizado en colaboración. Sus autores, Luis Jiménez- Tuset y Antonio Morón, pertenecen a dos generaciones distintas; con for- maciones diferentes, a la vez que con intereses investigadores diversos. A pesar de ello, han sabido cooperar para llevar a buen término este trabajo. Luis Jiménez-Tuset, empresario, lleva décadas estudiando e investigando su pasado familiar. Recientemente, en 2018, publicó una obra monumental, “Tamayo. Recuerdos de una familia”. En sus casi 1000 páginas ha volcado más de 600 años de historia de este linaje. A pesar del volumen y la prolija documentación atesorada durante décadas de investigación, el presente libro viene a dar luz a algunos aspectos y completar su estudio. Por su parte, An- tonio Morón, historiador de formación, se ha visto atraído por el mundo de las cofradías, hermandades y la religiosidad que las rodea, deslizándose, casi sin querer, hacia la vertiente artística que envuelve a este mundo devocional. Probablemente, ninguno de los dos habría pensado hace años que acabarían colaborando en una empresa investigadora como esta. Ya se sabe que los caminos del estudio del pasado son inescrutables.

Para finalizar, y tratar de cumplir la promesa de brevedad, hay un aspec- to que juzgo primordial. El tema que se aborda, a caballo entre la genealogía y lo devocional, se ha realizado con una metodología moderna. La religio- sidad es un aspecto que actualmente se estudia como un elemento que con- tribuye a la construcción de la identidad familiar. Los trabajos que abordan la familia ya no se enfocan desde la perspectiva exclusivamente genealógica y tratan de poner en relación los distintos elementos identitarios con los que se construye un linaje. En esta ocasión, el objetivo ha sido cumplidamente conseguido.

Seguramente se podrían apuntar muchos más valores que este libro ate- sora; probablemente se podrían analizar múltiples aspectos y desmenuzar los cinco capítulos que lo componen. Sin embargo, esa es una tarea que corres- ponde realizar al lector, al que recomiendo que, en el caso de que estos párra- fos no le hayan disuadido, prosiga pasando las páginas que se encontrará a continuación y se sumerja en ese trozo de pasado ursaonense que los autores han desvelado

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