LOS SECRETOS ENTERRADOS DEL CERRO DEL VILLAR (Málaga)

Reconstrucción de la vía central de mercado, que recorría la isla de norte a sur y que muestra una ciudad ordenada, de calles rectas y grandes casas.
Reconstrucción de la vía central de mercado, que recorría la isla de norte a sur y que muestra una ciudad ordenada, de calles rectas y grandes casas. / SUR
FRANCISCO GRIÑÁN – Málaga – 

Tenía su calle Larios. Recorría la isla de norte a sur y era la vía más bulliciosa. Allí estaban las tiendas de ‘primeras marcas’. Desde atractivos artículos de plata a las ánforas de vino y aceite, pasando por pescaderías con género fresco, fresco. La ‘avenida’ principal era el reflejo del esplendor del Cerro del Villar, cuyas últimas investigaciones no solo sitúan el origen de esta ciudad fenicia en una fecha más antigua de lo que se creía, sino que además destruyen el mito de que esta primera Málaga fue fundada por buscadores de fortuna. Sus pobladores fueron unos florecientes burgueses cuyos secretos siguen enterrados en la desembocadura del Guadalhorce y a la espera de ser descubiertos. «Apenas hemos excavado la superficie», constata María Eugenia Aubet, catedrática de Arqueología de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y directora de las últimas excavaciones en este yacimiento hace más de una década.

Desde 2003 no se mueve una piedra ni se levanta el polvo del tiempo en la ciudad fenicia del bajo Guadalhorce. Aunque la arqueóloga no ha dejado de contrastar resultados. Por ello, Aubet ha «ordenado ideas» y ha culminado su investigación con la inminente publicación de un artículo en la ‘Rivista di Studi Fenici’ de Roma en el que revisa sus estudios y los enfrenta a otros yacimientos fenicios mediterráneos, como el de Tiro (Líbano). Unas conclusiones que adelanta a SUR y que dan respuesta a algunos mitos que se tenían sobre el Cerro del Villar. «Para empezar es más antiguo de lo que pensábamos ya que se fundó a finales del siglo IX o comienzos del VIII a. C», explica Aubet, que muestra una reconstrucción que ilustra de forma gráfica como la ciudad se estableció en una isla formada en plena desembocadura del Guadalhorce.

Otra de las leyendas que la arqueóloga se propone desterrar es la de los aventureros fenicios que llegaron a la costa malagueña a buscar fortuna. «Eso se ha venido abajo con las grandes viviendas y casas que excavamos y que nos muestran una burguesía muy rica, una auténtica élite», sostiene María Eugenia Aubet, que añade que las tumbas encontradas en el yacimiento malagueño «no eran de nuevos ricos, porque si las llegamos a descubrir en Oriente corresponderían a príncipes». Una clase poderosa y pudiente que no solo vivía en viviendas palaciegas, sino que, más allá de la colonia de la que se habla, propició una ciudad «bien estructurada», con calles rectas, plazas, jardines y el necesario mercado. Un pasado que se puede ver en la recreación infográfica que le ha puesto alzado y fachadas a la época gloriosa del Cerro del Villar.

Arriba, la excavaciones del año 2003, en la que se desenterraron viviendas. Fue la última campaña antes de la suspensión de los trabajos. Abajo, a la izquierda, la directora de las excavaciones, María Eugenia Aubet, en la campaña realizada en el verano de 1998. A la derecha, ánfora pintada procedente del área alfarera de la isla. / SUR

«Los fenicios buscaban los mejores sitios y por eso se establecieron en la isla de la desembocadura del Guadalhorce porque era un lugar estratégico como puerto y su conexión con el valle», relata la arqueóloga, que señala que el enclave también tenía sus puntos débiles. Sobre todo cuando el apacible Mar Mediterráneo se ponía bravo. De hecho, en las excavaciones se ha encontrado una destrucción muy violenta en la isla hacía el 700 a. C., lo que ha servido para que salga a flote la teoría del maremoto o del tsunami. «Ocurrió un siglo antes de que se abandonara la ciudad y por el análisis de la fauna marina de alta mar encontrada junto a las casas y techos derrumbados se piensa que pudo ser una ola gigantesca que venía de mar adentro», señala Aubet que avanza en el tiempo para ilustrar que la ínsula se fue inundando, lo que provocó su desalojo y el traslado de la población en el siglo VI a.C.

Las últimas excavaciones en el Cerro del Villar en 2003 coincidieron con la inauguración del Museo Picasso, en cuyas entrañas se descubrió la Malaka fenicia y púnica. «Con ambos yacimientos pudimos empezar a conectar la historia de Málaga porque el abandono de la isla por la inundación de la llanura coincide con la fundación de la ciudad», relaciona María Eugenia Aubet, que también ve en ese catastrófico ‘naufragio’ un hecho arqueológico extraordinario. Frente a los yacimientos fenicios que quedaron destruidos parcialmente por posteriores civilizaciones como la romana, la ciudad de la desembocadura del Guadalhorce permanece hoy intacta y enterrada. «Una suerte», apostilla la catedrática catalana, que ya ha visitado el Museo de Málaga donde se exhiben algunos de los tesoros encontrados en las excavaciones de años atrás, como un ánfora para el transporte de vino o un anillo de plata con un escarabeo egipcio. «Voy a ceder a la Aduana toda mi biblioteca fenicia ya que es el espacio adecuado», adelanta a SUR la catedrática, que ya ha hablado con la dirección del museo para esta donación que dotará al centro de mayor interés para investigadores y especialistas.

María Eugenia Aubet anuncia que cede su amplia biblioteca fenicia al Museo de Málaga

Aubet tomó el relevo en la investigación del descubridor del Cerro del Villar en los años 60, el arqueólogo Juan Manuel Muñoz Gambero, que realizó las primeras excavaciones. Y pese a los avances y sucesivas campañas de estudio, todavía se tienen muchas incógnitas. «Apenas conocemos una cuarta parte de la ciudad… es más nos falta por acceder a la zona más antigua que es la que está más profunda y sin excavar», señala Aubet sobre las edificaciones y restos que se encuentran hasta siete metros bajo la superficie actual. Una zona que se conoce por las pruebas que se realizaron en el sector 5 y en la que llegaron a suelo virgen. «Para encontrar la ciudad fundacional y más antigua necesitamos más años de excavaciones», sostiene la arqueóloga, que tira de memoria para recordar las jornadas a pleno sol, pero con estimulantes hallazgos. Aunque también con sus momentos difíciles. Como cuando la visitaron ingenieros del entonces MOPU para convencerla de que un ramal del aeropuerto tenía que pasar por encima del yacimiento. «Luchamos contra eso y sé que fuimos un incordio para el desarrollo de los accesos a Málaga, pero conseguimos salvar el Cerro del Villar», reconoce triunfante la investigadora que agradece el apoyo del Ayuntamiento y la Junta en la preservación de la ciudad subterránea frente al vuelo de la modernidad.

Al frente de un equipo de arqueólogos de Cataluña, Madrid y Málaga, María Eugenia Aubet realizó importantes aportaciones al mundo fenicio y reconoce que Andalucía se convirtió en un modelo décadas atrás. «Venían arqueólogos alemanes, británicos y holandeses y en el resto de España copiábamos las iniciativas de la Junta, pero de pronto llegó el silencio», rememora la experta que, ante la falta de financiación, se fue con su rasqueta y pinceles a otros yacimientos más propicios. Aunque al conocer el renovado interés del Ayuntamiento de Málaga por rescatar las intervenciones en el Cerro del Villar no oculta su entusiasmo por la excepcionalidad de este espacio. «Te diré más. Al no tener superpuestos edificios romanos, medievales o modernos, si se logra excavar toda la superficie nos encontraríamos resultados a apenas 30 centímetros y tendríamos la única ciudad fenicia de Occidente visitable», asevera la especialista que hace un rápido repaso del mapa del mundo antiguo, como Cádiz, Cerdeña o Cartago, cuyos restos se encuentran parcialmente destruidos y reutilizados por las siguientes culturas. La desaparecida ciudad de la desembocadura del Guadalhorce permanece intacta. Una joya de la arqueología que pide salir del olvido para mostrar sus tesoros. Como la primera calle Larios. Esa en la que se vendían anillos de plata con escarabeo y el vino en ánforas.

Un estudio delimitará este verano los límites del yacimiento

En arqueología se tienen más certezas que dogmas. Al fin y al cabo, las investigaciones tratan de formular hipótesis para demostrarlas. Una de esas verdades aproximadas del Cerro del Villar es la extensión urbana de la ciudad. La catedrática María Eugenia Aubet la sitúa entre ocho y diez hectáreas, una estimación a partir de las excavaciones realizadas. Pero teniendo en cuenta que la mayor parte de la colonia está aún sin estudiar. Para delimitar la ciudad fenicia, el Ayuntamiento de Málaga he recibido la autorización de la Junta de Andalucía para desbrozar la zona y proceder a un estudio con georadar para tener un mapa aproximado de la extensión de lo que hace 2.800 años era una isla en la desembocadura del Guadalhorce.

«Tenemos recursos que no disponíamos hace una década y el análisis del georadar nos permite señalizar la superficie arqueológica de la población sin necesidad de excavar», explica el concejal de Urbanismo de Málaga, Francisco Pomares, que añade que, por motivos medioambientales, este estudio se realizará a partir de finales de julio. No obstante, el objetivo del Consistorio es ir más allá y ha ofrecido su colaboración a la Junta de Andalucía para rescatar las intervenciones arqueológicas a pie de yacimiento. «Nuestro objetivo es que a medio-largo plazo se retomen las excavaciones por lo queremos firmar un convenio para poner en valor el Cerro del Villar», señala el edil, que destaca el gran interés en ámbitos científicos y universitarios por investigar la ciudad fenicia que acabó inundada por las aguas. Y hoy enterrada por el tiempo.

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